La manera en la que nos hablamos a nosotros mismos a través de los pensamientos influye directamente en como nos vamos a sentir a nivel emocional y por tanto repercutirá en nuestras acciones. Por medio de nuestro autodiálogo podemos mantener desde conversaciones profundas hasta discusiones estresantes. Muchas veces nuestro autodiálogo puede hacernos mucho daño, yo digo que “somos nuestro peor verdugo”, esto se ve reflejado en pensamientos del tipo: “no tengo remedio”, “soy un desastre”, “todo lo hago mal”, “siempre estoy metiendo la pata”, “nadie me quiere”.
Hay un autodiálogo que se repite con bastante frecuencia en terapia, causa muchísimo malestar, me estoy refiriendo al “soy débil” o también se puede representar como “esto o aquello me hace débil”, “esto o aquello es de débiles” o “debería ser más fuerte”. Es una creencia polarizada y extremista entre comportarnos de manera fuerte o de manera débil. Pero… ¿qué es ser débil o ser fuerte?
Ser fuertes VS ser débiles
¿Qué significa ser fuertes? ¿Qué criterios debemos cumplir para considerarnos fuertes? ¿Podemos ser siempre fuertes? ¿Si no soy fuerte entonces es que soy débil? Son preguntas que suelo realizar en sesiones donde se presenta el concepto de “tengo que ser una persona fuerte”. Es importante entender que cada uno de nosotros en base a nuestros aprendizajes, sobre todo en etapas infantiles y la influencia a nivel sociocultural hemos construido una definición de “ser fuerte”.
Por ejemplo, una persona fuerte es aquella que:
- Hace las cosas siempre bien
- No se rinde nunca
- Siempre actúa de manera valiente
- Puede con todo
- No se siente mal nunca
- No se viene abajo nunca
- No duda de si mismo
- No le cuesta tomar decisiones
- No tiene miedos
- No se siente insegura
- Sabe en todo momento lo que quiere
- No siente malestar emocional
- No tiene ansiedad
- Nunca se pone triste
- Siempre está motivado
- Nunca se siente desganada
Creo que con estos criterios nos vale para entender ciertas cosas. Me gustaría que volvieseis a leer con detenimiento la lista de características o maneras de responder que “supuestamente una persona fuerte tiene que tener”. ¿No os parece que la descripción de “ser fuertes” concuerda con el comportamiento que tendría un robot?
En el ámbito psicológico y desde el punto de vista de lo saludable esta definición puede ser muy dañina. Ser fuertes no siempre es posible por una sencilla razón, porque no somos robots, y cuando no podemos ser fuertes no estamos mostrando debilidad o estamos siendo débiles, en realidad estamos siendo humanos. Porque si tenemos que buscar un contrario al concepto de “ser fuertes” sería “ser humanos”
Si os fijáis las características que definen el concepto de “ser fuerte” tienen un matiz muy polarizado, muy extremista, da a entender que no hay grises en esa escala, y el añadido es que son criterios muy rígidos. Esta rigidez implica que si uno ya no cumple uno de los criterios automáticamente dejamos de considerarnos fuertes y pasamos a considerarnos personas débiles. Si no tuviésemos grises dejaríamos de ser humanos.
Al perseguir el concepto de fuertes y intentar mantenernos en esos criterios tan rígidos terminamos por desarrollar intolerancia y por lo tanto no aceptación a determinadas repuestas que en realidad nos hacen humanos. Es decir, no vamos a tolerar sentir emociones desagradables y vamos a luchar contra ellas, no vamos a tolerar el malestar, nos vamos frustrar y culpar mucho por no hacer siempre las cosas bien, nos vamos a llevar fatal con la desgana y la desmotivación que nunca se mantienen estables en el tiempo, vamos a pelearnos con la dificultad que a veces se nos presenta a la hora de decidir algo. Está claro que proponernos como objetivo “SER SIEMPRE FUERTES” no nos ayuda en nada, más bien, como veis causa daño y malestar.
La ansiedad no es de débiles
Todas las emociones son necesarias porque todas ellas cumplen una función determinada y especifica para la evolución y supervivencia del ser humano. Cuando se presentan en nosotros, cuando las sentimos, en realidad nos están mandando un mensaje que hay que validar para poder atender a lo que nos está diciendo.
Por ejemplo: la tristeza nos manda el mensaje de que hemos perdido algo o a alguien. El enfado nos manda el mensaje de que nos están tratando injustamente o nos están faltan al respeto y por lo tanto debemos poner límites en algún punto. El miedo nos alerta de que estamos en peligro y debemos ponernos a salvo. El asco nos comunica que eso que nos vamos a comer no esta en buen estado y nos puede hacer daño.
Puesto que somos seres humanos y no robots a veces vamos a sentir emociones agradables (alegría, ilusión, orgullo, calma…) y otras veces vamos a sentir emociones desagradables (miedo, ansiedad, asco, celos, rabia…), esto quiere decir que, sentir emociones desagradables no nos hace ser débiles, nos hace ser humanos. ¡Permítete ser humano!
Como la mayoría de nosotros sabemos, la ansiedad es una emoción que forma parte del repertorio de emociones naturales del ser humano. La ansiedad es necesaria, es una respuesta cognitiva, fisiológica y conductual ante la posibilidad de un peligro o amenaza y ante sus posibles consecuencias. La ansiedad es un mecanismo protector y que gracias a ella estamos aquí como especie.
Puesto que la ansiedad es una emoción, sentirla no nos hace débiles NOS HACE HUMANOS.
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