Las redes sociales se han convertido en la principal forma de comunicación entre la sociedad actual. A través de ellas podemos comunicarnos con personas a distancia, debatir sobre temas de interés, difundir noticias… Es raro a día de hoy que alguien no forme parte de alguna red social o no tenga más de una instalada en su móvil.

La incorporación de la tecnología y las redes sociales a la vida contemporánea ha supuesto un gran avance para la sociedad ya que, gracias a ellas, las personas tienen una gran variedad de servicios a su alcance. Sin embargo, aunque este uso aporta grandes ventajas a quien lo hace, también hay cabida para las desventajas.

Redes sociales y cerebro

Desde una perspectiva neurológica, las apps sociales tienen un impacto en diferentes funciones del cerebro. La experiencia de uso de estas plataformas implica muchas combinaciones de estímulos que pueden desencadenar diferentes reacciones. Debido a esto, los efectos de las redes sociales en el cerebro aparecen de varias maneras.

¿Os habéis preguntado alguna vez porque es tan difícil resistirse a revisar constantemente nuestras redes sociales? Esta dificultad esta relacionada con una sistema muy importante de nuestro cerebro: el sistema dopaminérgico.

El sistema dopaminérgico es una red de neuronas que utiliza la dopamina como neurotransmisor. La dopamina desempeña un papel crucial en la regulación de nuestras emociones, motivación y recompensa. Cuando estamos expuestos a estímulos gratificantes, como recibir una notificación en las redes sociales, comentarios positivos o “me gustas”, se activa el sistema de recompensa en el cerebro, liberando dopamina y generando una sensación de placer y satisfacción. Y como sentir esas sensaciones es tan gustoso que lo que hacemos es repetir y repetir y repetir para llevarnos nuestro chute de dopamina al cuerpo. Lo que puede provocar a la larga una adicción.

No solo se producen cambios a nivel de dopamina, también con adrenalina, serotonina, oxitocina y cortisol. La adrenalina es la que se vincula con mayor agresividad, de ahí que muchas veces las reacciones que se dan en las redes son emocionalmente desproporcionadas. Mayores niveles de oxitocina se relacionan con más compras e inversión y con una mayor influencia de la familia y la pareja. El aumento de la serotonina podría modificar los comportamientos sociales hacia un carácter más introvertido y la prioridad de los intereses individuales frente a los de grupo. Por otra parte, altos niveles de testosterona se vinculan con una menor tendencia a establecer nuevas amistades en las redes sociales y el cortisol tendría impacto en la fidelidad a las amistades.

Otros efectos de las redes sociales son la pérdida de capacidad de concentración y de atención, así como de la habilidad para leer y escribir textos largos. Se producen cambios en nuestra memoria de tal manera, que, como tenemos a mano cualquier resolución de dudas con simplemente introducir la cuestión en Google no necesitamos esforzarnos por recordad el dato en sí, ya Google se encarga rápidamente de resolverlo. Es así como cada vez tenemos menos capacidad para recordar las cosas.

Un estudio de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), encontró que el uso excesivo de las redes sociales puede aumentar la actividad en la amígdala, una región del cerebro que se asocia con la respuesta emocional. También se ha demostrado que el uso excesivo de las redes sociales puede disminuir la materia gris en la corteza prefrontal, lo que puede afectar la toma de decisiones y el control de los impulsos.

Según el congreso Redes III, organizada por una compañía biomédica, que ha reunido a psiquiatras de toda España en Córdoba, no todo es negativo, el uso de redes sociales tiene numerosos efectos positivos sobre el cerebro: desde el desarrollo de nuevas conexiones cerebrales hasta la creación de nuevos métodos de aprendizaje. De hecho, el cerebro parece ser capaz de crear nuevas redes neuronales mientras se navega por Facebook, Twitter o YouTube entre otras. Para los profesionales sanitarios, esto significa que el cerebro tiene la suficiente plasticidad para adaptarse a este tipo de nuevos retos. 

Aunque ya vemos que las redes sociales pueden tener algunos efectos negativos en el cerebro, estos aparecen usualmente cuando las usamos en exceso. Si se usan de manera más moderada pueden ayudarnos creando nuevas relaciones (tanto de amistad, como de pareja), desarrollar nuevas formas de aprendizaje, estar actualizados lo que está sucediendo en el mundo, comunicarnos con nuestros allegados de manera instantánea….

Bibliografía:

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Sherman, L. E., Hernandez, L. M., Greenfield, P. M., & Dapretto, M. (2018). What the brain ‘Likes’: neural correlates of providing feedback on social media. Social cognitive and affective neuroscience, 13(7), 699-707.
Twenge, J. M., & Campbell, W. K. (2019). Asociaciones entre el tiempo de pantalla y el bienestar psicológico más bajo entre niños y adolescentes: evidencia de un estudio poblacional. Preventive Medicine Reports, 15, 100918.

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