Se acercan muy mucho las fechas navideñas y, hay que decirlo, esta época nos remueve a todos. Tanto si te gustan como si no, son fechas en las que planificamos, tomamos decisiones, compramos, acordamos vernos para despedir el año de nuestro calendario… Con las amistades más cercanas quizás se nos plantee la cosa más sencilla, pero ¿cómo manejar a la familia en navidades?
Que sintamos aprecio, queramos, o incluso que adoremos a los miembros de nuestra familia no está reñido con sentir cierto estrés e incluso ansiedad previamente a las quedadas familiares, sobre todo en estas fechas en las que parece que debemos ser felices, disfrutar de la compañía de TODOS, llevarse bien, y continuar participando “gustosamente” en las tradiciones.
Seguramente sepáis de lo que os hablo cuando digo que más de uno/a se sentirá en el día de la marmota por estas fechas: Parecer que jugamos al juego de las sillas cuando en realidad nos sentamos casi siempre en los mismos sitios, saber ya de antemano los entrantes que vamos a comer, el programa de la tele o la música que intuimos que se terminará escuchando de fondo, la pandereta, los villancicos y el aguinaldo si hay pequeños (y no tan pequeños) en la familia, que fulanito y menganito en algún momento de la velada terminarán discutiendo de política, religión o deportes… lo de casi todos los años vaya.
Con este panorama, para muchos se hace tedioso llegar a estas veladas, sobre todo porque a veces podemos vivir que no siempre o en todo momento nos apetece cumplir con estos propósitos y roles navideños tan marcados. Quizás sientes que no hay alternativa a la decisión de cenar con unos o con otros, a escuchar las mismas preguntas de todos los años o al especial de Raphael; si esto es así, hay dos opciones:
La primera es no atraparte en decisiones ajenas, o peor, “lo que creo que dirán” si tomo las mías propias y resultan ser diferentes a los deseos de algunos miembros de la familia. Aunque seamos animales de costumbres (y esto es lo que se pone sobre la mesa además de comida cuando nos juntamos en estas fechas), es importante que nos demos la licencia de plantearnos que cada celebración, cada fecha y cada año son diferentes, y que los podemos hacer diferentes. Si un año te apetece cambiar la estrategia, irte de viaje o cenar con otras personas, no quiere decir que no les quieras o no les vayas a echar de menos, sino que ese año te ha apetecido un cambio. Tienes derecho a elegir, a hacer algo diferente que te guste, y no por ello que se convierta en tradición a partir de ese momento, sólo será tradición si tú lo deseeas.
Si tomas esta opción (y sobre todo si no lo has hecho nunca) no dudes que como mínimo tus familiares se sorprenderán. Es muy probable que te veas interrogado/a, así que trata de no enfadarte, es normal que deseen saber los porqués de un cambio de hábitos que también en parte experimentarán ellos. Si además perteneces a este tipo de familias en las que las artes manipulativas estan a la orden del día, “como que no vienes, si nos vamos a juntar todos“, “para un día que nos vemos“, “fulanito se va a poner triste“,”tendrán ganas de verte“… Es importante que distingas este tipo de estrategias y no te dejes llevar al terreno de las emociones ajenas, pudiendo así exponer a los otros que el motivo en realidad no es que no quieras estar con ellos, sino que, en esta ocasión, deseas hacer ese cambio (que es algo bien distinto: lo uno es evitar, lo otro es desear). Practica con la asertividad y con expresar lo que sientes, así entenderán mejor tus motivos. Y piensa que “el estar siempre” genera en las personas sensaciones de obligación, mientras que “el estar a veces” es porque así lo elegimos y deseamos.
La segunda opción es elegir mantener el plan establecido. Si no deseas introducir cambios y al final te decantas por el plan familiar de siempre, es importante que tengas en cuenta varias cosas para evitarte disgustos o sentimientos no deseados:
a) Acepta que esta es la decisión que finalmente tú has elegido llevar a cabo. Ya sea porque lo deseas o por temor a no saber afrontar las reacciones de tu entorno familiar, en algo ganas, y por eso lo haces.
b) No intentes cambiar a nadie. Tu tío Paco previsiblemente seguirá siendo el que ha demostrado ser otros años, seguramente le gustará lo que le gustaba y tiene derecho a ello. Todos tenemos manías, conversaciones estrella o formas de estar en el mundo; no les exijas que sean otros, porque son los que son, así que haz un intento por ir aceptándolo, y ya si te lo tomas con humor, mucho mejor.
c) Dada la toma de decisiones, sólo puedes pensar en cómo deseas posicionarte tú. Por supuesto puedes elegir otras opciones, pero desde aquí te proponemos compartir con tu familia la mejor versión tí mismo/a: ya te apetezca explorar o explotar tu faceta graciosa, educada, charlatana, jugona, o simplemente hacer lo que desees para poder disfrutar de los tuyos y que los tuyos disfruten contigo.
¡Amables fiestas a tod@s!
Me ha encantado la auto-responsabilidad de elegir que hacer y desde nuestra elección dar toda nuestra presencia, atención y lo mejor nosotros mismos y a los demás. Felices fiestas donde decidáis!!!. 😉
Muchas gracias por este artículo. Porqué a nadie se le ocurre que estas fechas de celebración se puedan convertir en un auténtico drama??? Muchas gracias por este artículo!!!