¿Como afecta el clima a la ansiedad?
A menudo en consulta nos encontramos con un buen número de personas que dicen que los cambios en el clima les afectan. ¿Cuánto de certero hay en esto?, ¿cómo incide en nosotros el cambio de estación?, ¿cómo influye la luz en nuestros biorritmos?, ¿cómo afecta el clima a la ansiedad? Nos proponemos desvelar algunas de las dudas que tenemos acerca de la como afecta el clima a la ansiedad. Y todo ello gracias a la inestimable ayuda de un experto investigador en el tema, Antoni Bulbena catedrático en psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Con estas preguntas, lo que podemos estar ya imaginando es que no somos inmunes al clima, y es que los factores ambientales nos influyen más de lo que imaginamos. Somos seres que tenemos una estrecha relación con nuestro entorno y, gracias a nuestra condición más animal, poseemos lo que se denomina metereosensibilidad. La metereosensibilidad es una capacidad muy primitiva que ha servido a las especies animales a sobrevivir, para proteger a tiempo a las crias ante las inclemencias, por ejemplo, o detectar inicios de temporadas de sequía; lo que les facilita que se puedan adaptar y sobrevivir a la diversidad climática en la que se encuentran.
Metereosensibilidad: una capacidad también humana
De igual manera, antes de los cambios de tiempo nuestro cuerpo es un predictor meteorológico. Lo que sucede es que el ser humano, en su evolución, ha necesitado tener menos presente esta capacidad de aumento de la sensibilidad porque, aunque sigue interactuando, se ha creado sus propios entornos: con ventanas, luz artificial, calefacción, aire acondicionado… Así que, aunque no la usamos apenas para adaptarnos y poder sobrevivir, es una capacidad que es predictiva y muy beneficiosa dependiendo de dónde nos encontremos, por ejemplo, poder notar que viene una tormenta en medio del mar, sería un exceso de alarma que nos daría valiosa información para protegernos y supondría una diferencia privilegiada.
En las encuestas, más de la mitad de los alemanes y hasta el 75% de canadienses declaran que les afecta el cambio de clima, es decir, que cerca de las tres cuartas partes de la población es metereosensible. Dicho esto, hay que saber que incluso dentro de este grupo existen personas más metereosensibles que otras y que, de manera individual, cada una puede ser más sensible a determinados cambios climatológicos frente a otros.
¿A quiénes y de qué manera afecta?
Para entender como afecta el clima a la ansiedad se recogerieron datos con amplias muestras de personas se encontró que las mujeres tienden a ser más metereosensibles, relacionándose esta capacidad con los cambios de ánimo. Un 30% de mujeres afirmaban que sobre todo en la época de invierno experimentaban un estado de ánimo de letargia, no se movían de casa, dormían más, notaban que su apetito aumentaba, por lo que comían más y aumentaban de peso; sin embargo, al llegar el ecuador de la primavera y durante todo el verano les pasaba más bien lo contrario, se encontraban con un estado de ánimo eufórico.
Éste fenómeno que vivencian las personas a las que les cambia el ánimo en función de la luminosidad, se viene estudiando desde el siglo pasado y se denomina trastorno afectivo estacional. Y es que la luz es un sincronizador muy importante de nuestro funcionamiento cerebral y más en personas metereosensibles: a menor cantidad de horas de luz percibidas, a nuestro cuerpo le costará más orientarse. Así, el tratamiento que se utiliza para paliar los efectos que los cambios de luz pueden provocar en el estado de ánimo se llama luminoterapia, y se hace precisamente exponiendo cierto tiempo a la persona a lámparas de luz.
También se ha detectado que, dependiendo de la edad y la dolencia, personas con problemas reumáticos o dolores de huesos también son más metereosensibles. Al preguntar a personas de diez países distintos en una investigación llevada a cabo por el Instituto Europeo se encontró que aproximadamente un 67% aseguraba que con el cambio de tiempo notan un aumento del dolor.
Un tercio de personas notarán en mayor o menor medida los cambios de tiempo, y las personas con ansiedad están entre aquellas que tienen muy desarrollada la sensibilidad. Notar que somos más sensibles es un factor que puede asustarnos por el exceso de señal que podemos llegar a percibir, pero que, si en vez de tenerle miedo lo escuchamos y nos reconciliamos con él, es un privilegio. Somos más capaces que otros de notar cambios en las cosas que nos rodean y, por tanto, de observar mayor cantidad de información: colores, movimientos, perfumes, cambios en la líbido de nuestra pareja… Es casi como un superpoder, una potencialidad frente a los demás a veces crucial.
La primavera… ¿la sangre altera? mitos y verdades
Todos conocemos esta frase popular pero ¿es cierta? En lo que se denomina astenia primaveral a nivel científico no hay demostraciones claras de que esto suceda, al menos no en estudios que se puedan aplicar a poblaciones grandes de personas. Pero como hemos comentado antes, se dan una multitud de cambios climatológicos en primavera (como un aumento significativo de la luz, repetidos fenómenos lluviosos, cambios de temperatura, etc.) que deben ser estudiados más minuciosamente para poder alcanzar conclusiones claras. Lo que sí se sabe es que pacientes con depresión, en primavera y sobre todo mucho más en otoño, se descompensan.
Otra creencia popular es que la luna llena nos afecta, nos revuelve o nos pone más nerviosos, pero las investigaciones que existen aportan datos contradictorios. Nuestro experto, investigando al respecto, encontró efectos muy limitados, poco relacionados directamente, acerca de lo que puede llegar a afectarnos el cambio de luz que se da en esas noches; sin embargo, sí se sospecha que quizás sea una influencia más relevante para nosotros los cambios en las mareas en vez de la luz, una teoría aún por estudiar.
En cambio con las respuestas que dieron grandes muestras de personas que declaran ser metereosensibles, se encontraron correlaciones estables con los siguiente factores que en general nos afectan: el sol es algo que la mayor parte valora como un aspecto positivo para su funcionamiento; mientras que el calor, el frio y el viento se consideran dentro de las incidencias que afectan no muy bien; y lo que sucede antes de llover y la niebla señalan que son los aspectos climatológicos que experimentan de forma más negativa.
La excepcional sensibilidad de vivir en alerta, cómo nos afecta…
El viento
Los animales se revuelven ante este efecto climatológico y nosotros no somos menos. En sí mismo no es una variable única pero hay un buen número de personas a las que afecta. Con el viento de tramontana, frío y turbulento que sopla en España, hay un 20% de la población que experimenta síntomas como dolores de cabeza, irritabilidad, ansiedad y cansancio. A la par se observó que aumentaba el número de personas que acudían a urgencias por ataques de pánico con viento poniente; este viento caliente que en el norte de España se llama viento sur y que a menudo precede a la lluvia; es de los que más problemas físicos de ansiedad acarrea ya que puede descompensar equilibrios vegetativos, afectando a personas con migrañas y ansiedad, que son más vulnerables a estos cambios.
La lluvia
Algunas personas con el uso del paraguas pueden sentirse menos inseguros, interpretando que es un objeto de defensa y, pese a lo que se pueda creer, cuando llueve la ansiedad baja mucho, nos sentimos más despejados y los ataques de pánico bajan a la mitad. Es lo que sucede antes de llover lo que nos revuelve.
Antes de que llueva sí afecta. Tiene que ver con el cambio de tiempo, hay algún movimiento interno que nos dice que nos protejamos, como una sensación de amenaza que aparecen en forma de incomodidad. En cambio, el sol y la lluvia se vivencian como favorables. Si el periodo de lluvia dura mucho podemos confundirnos, porque solemos vivir constantemente la angustia que provoca la sensación de antes de llover.
La falta de luz
En el mundo animal, muchos de ellos buscan la oscuridad para sentirse más seguros, y ésta sensación de bienestar que produce el estar escondido, menos desprotegido, suelen también compartirla las personas con ansiedad social y eritrofobia; personas que por el contrario pueden llegar a sentirse más inseguras con luz, ya sea natural o artificial. Pero, salvo este tipo de excepciones, por lo general si nos tapamos los ojos o disminuye el nivel de luz, normalmente las personas nos sentimos más ansiosas. Hay gente que siente que recibe más vida del sol y de la luz, y a falta de ésta automáticamente enciende las lámparas o prefiere países que tienen más horas de luz. Cuando uno nota mucho estas variabilidades de luz, es interesante encender lámparas para recargar pilas.
Luz artificial tenue
A la gente muy sensible puede evocar sensaciones de desrealización. Estudios con primates demuestran que este tipo de condiciones despierta una presión tremenda para orientarse. Al igual que existen luces terapéuticas, existe un tipo de luz fluorescente que es ansiógena por la frecuencia de ciclos que tiene; aquella luz que casi vemos y no vemos, a medio camino de percibirse, generalmente aumenta la desorientación porque al cerebro le cuesta encajar perceptivamente los “fenómenos casi”.
Nieve
La nieve tiene un aspecto bucólico y además podemos sentir que nos dificulta la huida. Tengamos en cuenta que cualquier fenómeno que nos active la percepción de impotencia, de no poder estar despiertos o movilizarnos cuando deseemos, nos provoca sensaciones de falta de control, sintiéndolo como un estímulo abrumador. Así que la nieve puede provocar sensaciones de impotencia principalmente en personas que está acostumbradas a que movilizarse sea fácil, sobre todo en las ciudades con el asfalto y caminos bien delimitados. Más que incidir en nuestros biorritmos se trata de un planteamiento fóbico, un sentimiento de limitación de nuestra movilidad.
Ciudad vs. campo
Por último una variable situacional: ciudad vs. campo. hay personas que cuando han pasado de entornos de ciudad a pueblos se sienten más tranquilas, esto es porque no se tienen que enfrentar al día a día con determinadas dinámicas de prisas y estrés; también vivir en un ambiente más acorde con la naturaleza es más favorable en cuanto a la ausencia de determinadas manifestaciones de ansiedad. Pero si en el entorno rural hay síntomas que persisten, convivimos con la desconfianza, o nos sorprendemos rumiando una y otra vez las mismas ideas únicamente con nosotros mismos sin contrastar con los demás de nuestro entorno, la liberación que puede aportarnos el pueblo en determinados aspectos se vuelve en nuestra contra al sentir que nos encontramos aislados socialmente, algo que puede darse con facilidad en el entorno rural.
Tengamos en cuenta que nuestro cerebro necesita relaciones sociales, para contrastar información a través de gestos, palabras, y nutrirse de otros puntos de vista existentes en la realidad. Así que para las personas con ansiedad vivir en el campo será más beneficioso si mantienen relación con la ecología y con las personas en entorno rural, sino uno se está escondiendo y merma su capacidad comunicativa con el exterior, lo que podría ser más perjudicial que otra cosa.
¿Hay maneras de paliar estos efectos medioambientales en nosotros?
“Lo que podemos hacer cuando cae la lluvia, es dejarla caer” decía Henry Longfellow. Los síntomas en sí no son peligrosos, pese a ello, si vives estas sensaciones con gran malestar, aquí te dejamos unas breves claves orientativas:
- Los efectos meteorológicos relacionados con los estados de ánimo en gran medida tienen que ver con la serotonina de nuestro cerebro, por lo que ciertos tipos de medicación nos pueden ayudar.
- Las patologías vasculares a través de exposiciones con luz terapéutica pueden mejorar.
- Para personas con dolor, la acupuntura puede prevenir estos efectos de sensibilidad meteorológica.
- Si vives esta metereosensibilidad con ansiedad, practicar técnicas de relajación y respiración nos ayudan a “hablar” con nuestro sistema vegetativo; rescataremos el diálogo con esas partes automáticas y nos ayudará a reconciliarnos con ellas.
Vivo en el caribe y mi situación es desesperante; dependiendo de como esté la carga energéticas así siento mi cuerpo;a veces no quisiera ni abrir los ojos porque todo lo veo empañado como con polvo en el ambiente, otras me da jaqueca con malestar estomacal, depresión, me duele todo el cuerpo con mucho cansancio, que no puedo ni hablar y me pesa la ropa y los cabellos,quisiera como salir volando y desaparecer de la tierra.Es desesperante. Leí en la revista muy interesante, que hicieron un estudio creó que en Alemania y determinaron que en esos momentos caen electrones, protones y neutrones, que cuando caen los tres el malestar es mayor,depende si solo es uno de ellos es menor el malestar, incluso están haciendo pruebas para cargar baterías,lo cual lograron obtener algo con esta carga que llega a nuestro cuerpo.Me afecta para hacer mi trabajo porque no quisiera ni salir.
Llevo 24 años sintiendo que una semana antes de que llueva mi agonia, fatiga, ansiedad, dolores de cabeza, (que se han ido con onagra y acupuntura los dolores de cabeza que no es poco) pero la sensación de morirme de asfixia de querer tirarme por la terraza de sentir como se te va la vida. Es horrible . Gracias por compartir, saber que somos unos cuantos que se sufrimos está mierda y si que ser hipermegasupersensible es un super poder pero de un alto precio de sufrimiento y encima te dan por loca y la incomprensión es devastadora.
Buena tarde, soy de México, antes que nada felicitar el artículo sobre metereosensibilidad ya que son aspectos que toda persona ansiosa (me incluyo) debe de asimilar. Hace años, 8 exactamente, desarrollamos una investigación sobre el efecto de las variables de tiempo sobre hormigas arrieras ya que éstas resultan ser un buen sensor natural para el pronóstico del tiempo. Si nosotros como seres racionales nos enfrentamos a diversos escenarios semanales: tráfico, personas que fuman, corajes, prepararnos para un examen, amor, ejercicio, en general estamos generando un coctel de emeociones que en algún momento se desencadenan como somatizaciones de ansiedad…mi comentario se enfoca a que es un hecho que las personas con ansiedad son mas perceptibles y susceptibles a los cambios en las variables del tiempo: temperatura, humedad, presión atmosférica, viento, radiación solar, incluso la presencia de algunos contaminantes pueden detonar conductas de pánico que pueden ser largas durante el día, entonces, en mi punto de vista, algún par de horas para hacer lo que a nosotros nos guste, sin ser acompañados en muchas ocasiones, puede hacernos alinear con lo que nos pasa, yo mismo lo he comprobrado…tenemos millones de receptores que estan en constante comunicación con el exterior y que la información que se envía al cerebro es determinante para poder sobrellevar cada uno de nuestros días, debemos de pensar en que es una “habilidad” ser personas sensibles a las condiciones que están a nuestro alrededor y que somos los mismos que hace años, solamente que nuestras acciones y formas de afrontar la vida nos hicieron presas de nuestras emociones. Debemos de cambiar para bien, debemos de ser personas relajadas y la vida solamente una vez la tendremos en nuestras manos, saquemos mucho jugo a nuestras capacidades y seamos felices. Un gran afecto al grupo Amadag!
Nunca tuve miedo a las tormentas, de hecho me gustan mucho los días de lluvia. Pero antés de la lluvia, mientas el día o la noche están grises hasta que comienza a llover me da mucha ansiedad, tengo escalofríos y temblores, y luego que se desenlaza la lluvia y o la tormenta se me pasan. Siempre me sucede eso cada día que anuncia lluvia.
No me gusta que la lluvia me despierto en mitad de la noche por otro lado me encanta que me avise mi cuerpo la hora exacta en la que va a llover. Me fijo mucho en la naturaleza ni en sus respuestas que me estimulan con bastante asertividad. Cuando hay tormenta tengo miedo relaciono con una situación me gusta bastante el sol porque vivo en un lugar prácticamente oscuro mi alma en El norte de ESPAÑA. LA ANSIEDAD JUEGA UN GRAN PAPEL EN ESTE TERRITORIO. EN RESUMEN EN MÍ