¿Y que es esto de la psicología del color? Tener días grises o verlo todo negro, ser de sangre azul, ponerse morado a comer, leer la prensa amarilla o entretenerse con la rosa, estar al rojo vivo y poner verde a alguien, pasarse de castaño oscuro, pasar la noche en blanco pensando aquello de que… ¿existirá eso de la media naranja? Los colores están muy presentes en nuestras vidas, desde nuestra más tierna infancia empezamos a establecer importantes relaciones con ellos y, desde infinidad de ámbitos, van influyendo en nuestro aprendizaje y emociones. ¿Cómo pueden los colores intervenir en nuestra percepción y en nuestros estados de ánimo?, hablemos de la psicología del color.
¿Cómo se originan y cuál es su naturaleza?
Esto es lo que se han preguntado muchas personas a lo largo de la historia. Una de las primeras referencias a esa inquietud del ser humano por su estudio la tenemos de Aristóteles, que denominó como básicos el color de la tierra, del fuego, del agua y del cielo; todos ellos presentes en la naturaleza y cuya mezcla formaba el resto. Leonardo Da Vinci (1452-1519), propuso que el color era propio de la materia, y añadió que el primero y principal de los colores era el blanco, ya que permitía recibir a todos los demás.
Pero el primer gran descubrimiento a nivel científico del origen del color vino de la mano de Isaac Newton. En aquella época dominaba la idea de Descartes de que la luz estaba compuesta por pequeños corpúsculos y que los colores eran la mezcla de luz y oscuridad, en distintas proporciones, pero hasta entonces no se había logrado descomponer.
Newton empleó un prisma de vidrio que, por entonces, era popular como juguete infantil. Preparó una estancia en total oscuridad en la que sólo a través de un agujero de la ventana entrase un rayo de luz solar, colocó el prisma delante del rayo de luz, de modo que lo atravesara y reflejara la luz en la pared opuesta y ¡et voilà! aparecieron los colores del arco iris de forma alargada, uno tras otro.
Hoy sabemos que los colores que vemos no están en las cosas, sino que se origina a partir de las propiedades de la luz y del sistema perceptivo humano.
Una de las propiedades físicas de la luz es la longitud de onda, es decir, la velocidad con la que viaja esa luz en el espacio. Para entenderlo, cuando la luz blanca del sol entró en la estancia de Newton todas las longitudes de onda viajaban a la misma velocidad pero, al impactar con el prisma transparente, las diferentes longitudes de onda se desacompasaron y lo atravesaron a distintas velocidades, pudiendo ver los diferentes colores.
Así que la luz blanca es la suma de todos los colores (o longitudes de onda visibles) y más rayos (como pueden ser los infrarrojos o los ultravioletas) que no somos capaces de ver por cómo está constituido nuestro sistema visual y sus receptores. Cuando la luz impacta con los diferentes objetos que nos rodean, éstos absorben unas longitudes de onda determinadas y reflejan otras, posibilitando que veamos la diferencia de matices. Así que el color que percibimos de un objeto es el rayo de luz que ha rechazado.
La gran amistad entre nuestro cerebro y los colores
El color es una parte muy importante para nosotros desde la Antigüedad, es por eso que el ser humano ha querido, desde tiempos inmemoriales, añadir color a su vida, su vestimenta, sus obras artísticas, a la expresión de su religiosidad, etc. El color y el ser humano siempre han estado ligados de manera indiscutible: el ser humano es naturaleza, y en la naturaleza hay color, está presente en todo lo que podemos ver.
La psicología del color es la ciencia que estudia el efecto que el color ejerce sobre la mente, la percepción y la conducta humana; y del mismo modo la influencia del color en los sentimientos y la razón.
Existe una importante dimensión psicológica y educativa asociada a los colores. En nuestra etapa preescolar uno de los períodos sensitivos de mayor importancia lo constituye el de la percepción, y los tres principales patrones sensoriales en esta fase son la forma, el tamaño y el color. Al principio necesitamos estructurar e integrar patrones sencillos y por separado, proceso que nos ayudará más adelante a desarrollar una capacidad de análisis más compleja, con la que unificaremos los diferentes tipos de información percibida. Este es el primer paso del conocimiento sensible del hombre, y es la base de todos los procesos psíquicos: aprendizaje, pensamiento, lenguaje, memoria, imaginación, etc.
Como vemos, en etapas iniciales cobra una especial importancia en la estimulación para nuestro desarrollo integral, pero a lo largo de nuestra vida también nos sigue ayudando: hace muchas veces de guía de nuestra atención, y habla a nuestros sentidos de manera más precisa y más viva aún que la forma. En paralelo a la sensación visual, actúa sobre nosotros produciendo vivencias psicológicas y otras ilusiones especiales; por ejemplo los colores pueden producir los efectos de aumento o disminución de la temperatura, de la distancia o de la amplitud, aspectos que a su vez pueden influir positiva o negativamente en nuestro estado de ánimo.
La psicología del color.
En el ámbito de la psicología del color autores como Eva Heller, Michel Pastoureau, Anne Varichon o Michaela Strauss han llevado a cabo diversas investigaciones, desarrollando el aprecio por el color desde una perspectiva más científica. En algunos estudios llegaron a comprobar que los colores ejercen una influencia sobre los distintos procesos fisiológicos y funcionales del organismo humano, lo que ha permitido su uso posteriormente en diversos ámbitos como el médico, industrial, laboral, de marketing, etc.
Por ejemplo, se ha comprobado que el amarillo es un estimulante visual y de los nervios que provoca una excitación relevante de estos órganos. No es casual, por lo tanto, que los chalecos reflectantes y las señales de tráfico provisionales (que necesitan captar la atención de forma rápida para ofrecer información nueva y temporal) tengan el fondo amarillo. Por la naturaleza de nuestro sistema visual el amarillo es la longitud de onda que mejor percibimos en condiciones diurnas.
Se sabe que el verde baja la presión sanguínea y dilata los capilares, por lo que facilita el descanso. Es un color que proporciona equilibrio y sedante, por lo que resulta adecuado para el dormitorio y los sitios de reposo.
El rojo aumenta la tensión muscular, la presión sanguínea y el ritmo respiratorio, es un color muy calorífico, por lo que puede aumentar el estado de alerta.
Efectos psicológicos del color
Los colores tienen efectos fisiológicos sobre el organismo y provocan variaciones importantes en su funcionamiento, no obstante y como hemos nombrado antes, hay otros efectos para los cuales no hay un correlato fisiológico y que, sin embargo, ocasionan reacciones importantes que se relacionan estrechamente con los aspectos del funcionamiento psicológico.
A través de los tiempos el ser humano ha dado un significado emocional y simbólico a los colores que ha ido cambiando a lo largo de la historia por varios motivos y según los valores culturales; por lo que la mayor parte de estos significados que les otorgamos difieren según la época, y no pueden ser comprendidos más que en el contexto cultural del periodo histórico concreto. Algunos de ellos han pasado de ser colores poco apreciados a los más venerados, y otros, de tener una gran trayectoria a acabar siendo un color menos apreciado.
El rojo, por ejemplo, fue al principio muy apreciado por su poca presencia en la naturaleza y, cuando se consiguió dominar como pigmento y se introdujo en el arte, se consideró como un símbolo glorioso, asociándose a atributos del poder usados para la guerra y la religión. A partir del siglo XVIII los líderes de la reforma francesa consideraron este color como inmoral, y un trapo o bandera roja significaría peligro, indicaba la prohibición de tumultos. Otra valoración diferente la encontramos hasta el siglo XIX y sobre todo entre los campesinos, en donde la novia vestía de rojo en las bodas, ya que se consideraba un color elegante en las prendas de vestir; y a su vez las meretrices debían vestir de rojo. Así podemos comprobar las dos caras del rojo: el amor, dividido entre la pasión y el pecado de la carne.
El verde hasta el siglo XVII tenía un carácter transgresor y turbulento. Vestir de verde se consideraba en algunos lugares de Europa como algo atrevido. Era difícil trabajar con él en tejidos ya que era un color químicamente inestable; de esta manera este color se ha asociado a la idea de la inestabilidad en la sociedad y representa a todo lo que cambia o varía. A su vez se considera el color del azar, que aun actualmente se asocia con el juego en tapetes de cartas; el color del destino, de la suerte y de la fortuna, cosa que explicaría el color verdoso de los billetes de dólar. Sin embargo la sociedad actual ha convertido al verde en símbolo de naturaleza, de juventud o de salud.
Actualmente, y en términos generales, los colores claros tienden a ser percibidos como alegres, y los oscuros como tristes. Los calientes son dinámicos y excitantes mientras los fríos son calmantes y sedativos.
- El rojo es muy ardiente y dinámico, provocando reacciones emocionales fuertes y pasionales (amor-odio). Fuerza, valor, energía, dinamismo y rebeldía, entre otras, se pretende simbolizar con él.
- El color café o carmelita reposa, pero aislado puede provocar depresión, y ello hace que generalmente se combine con amarillo o anaranjado. Su uso se aplica para transmitir robustez, seriedad, autenticidad, utilidad y profundidad.
- El naranja es muy luminoso y conduce al positivismo aunque no sobrepasa en calidad al amarillo que es el color más alegre, ocioso y estimulante. Sin embargo el naranja simboliza optimismo, creatividad, espontaneidad y extroversión.
- Especialmente el azul da la sensación de amplitud espacial, y sus variedades son usadas como símbolo de armonía, empatía, fidelidad y confianza pese a ser distante y frio.
- El verde es fresco y húmedo, por la acción que tiene para la iluminación solar demasiado viva. Cuando se usa, se desea expresar calma, vida, crecimiento, esperanza, fertilidad…
- Sin embargo, el color más fresco que existe es el blanco, por reflejar prácticamente toda la luz que recibe, aunque suele percibírsele excesivamente frío si no se asocia con colores cálidos. El blanco conlleva un simbolismo asociado a la verdad, la inocencia, perfección, pureza, sinceridad, espiritualidad y simplicidad, entre muchas connotaciones que la mayoría de las religiones han aportado tradicionalmente a la cultura.
- El morado por su parte fue un símbolo de realeza y religioso, por lo que transmite misticismo, profundidad, nostalgia, romanticismo y fantasía. Tiende a creerse que ayuda a la concentración por la profundidad que aporta.
- Y el negro aunque se ha asociado al dolor y al luto, evocador de tristeza, actualmente es considerado el más elegante en las prendas de vestir, vehículos… desprendiendo sobriedad y clasicismo, respeto, autoridad y corporativismo.
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