Hay que tener muy claro que aceptar una realidad no es tarea sencilla, se trata de un proceso que poco a poco se va instaurando sobre todo cuando dejamos de luchar contra la propia realidad. No basta con decirnos “acepto esto que ha sucedido y listo”. ¿Y por qué no es un proceso sencillo? Básicamente porque hay factores que precisamente lo que van hacer es entorpecer el proceso de aceptación, pueden ser factores más individuales de cada uno de nosotros y también factores que forman parte del contexto.
¿Qué dificulta el proceso de aceptación?
Miedo al cambio
Aunque no lo parezca el ser humano se habitúa incluso a situaciones y circunstancias que para nosotros tienen un impacto negativo, somos muy de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. El concepto de cambio en ocasiones suena aterrador, porque implica zambullirse de lleno en la incertidumbre del ¿Qué pasará? O ¿Cómo podrá ser? La idea de aceptar algo que hemos estado tratando de cambiar durante mucho tiempo puede genera ansiedad y una gran resistencia.
Confundir Aceptación con resignación
Aceptar no significa rendirse ante una situación difícil o dejar de esforzarse por mejorar. La aceptación implica abrazar la realidad tal como es, pero también puede incluir tomar medidas para cambiar lo que se puede cambiar. Se trata de adquirir un rol activo y no un rol pasivo que correspondería más a la resignación, donde uno se engancha a la idea de que nada puede hacer.
Presión social y las expectativas
La sociedad a menudo nos impone expectativas poco realistas sobre cómo debemos o no ser, responder, sentirnos… “hay que ser felices”, “sonríe y todo ira mejor”, “no tengas miedo”… Esto puede hacer que sea difícil aceptar nuestras propias limitaciones o luchas emocionales. La presión social para ser de una determinada manera puede llevar a la negación de nuestra propia maneras de sentir o de actuar o de pensar y a su vez a la creación de una fachada que oculta nuestras verdaderas experiencias.
Autocrítica, autoexigencia y perfeccionismo
Las personas que tienden a autoexigirse sentirse, actuar o pensar de una manera determinada, por norma general de forma muy rígida, estarán en el lucha constante con todo aquello que se sale de esa camino tan rígido. Esta lucha constante por la perfección puede generar ansiedad y autoestima baja y por lo tanto ser un gran muro para el proceso de aceptación, ya que en el momento en el que algo se sale de ese camino lo tacharán de inaceptable y tenderán hacer fuerza para volver al único camino correcto para ellos.
Evitación emocional
Experimentar emociones dolorosas es parte de la vida, pero muchas personas evitan estos sentimientos a toda costa. La resistencia/evitación al dolor emocional puede dificultar la aceptación de las propias emociones. Esto a su vez hará que le malestar no solo se mantenga, sino que se acrecenté, ya que no podemos luchar contra algo que no podemos controlar. No elegimos lo que sentimos, pero si lo que hacemos con lo que sentimos. La aceptación de nuestros estados emocionales es un paso crucial para estar bien con nosotros mismos y nos focaliza hacia la sanación emocional.
Circunstancias contextuales que dificultan el proceso
Nivel de gravedad de la situación a aceptar: hay situaciones que son más difíciles de aceptar que otras, en función no sólo de los recursos personales, sino también del grado de interferencia que puede generar dicha situación. Por ejemplo, sería más fácil aceptar que un familiar va a fallecer de cáncer tras un proceso largo de enfermedad, que si el fallecimiento es repentino o inesperado. O el aceptar un despido laboral teniendo un colchón económico o, por el contrario, generando problemas económicos. Influye, por tanto, el nivel de gravedad de la situación, en función del ajuste de expectativas o sorpresividad, el impacto o repercusiones posteriores, etc.
Momento vital en el que se produce: en ocasiones pueden darse simultáneamente varias situaciones vitales estresantes, lo que dificulta la aceptación de las mismas. Cuantos más eventos o situaciones se den de manera simultánea más difícil se hace el proceso de aceptación, ya que, no es lo mismo tener que procesar por ejemplo un una perdida específica por fallecimiento de un familiar, que si a la par también nos echan del trabajo. En este caso estaríamos hablando de tener que pasar por el proceso de aceptación ante dos eventos que para nosotros tienen un componente emocional negativo e intenso.
Apoyo social disponible: Somos seres sociables (podemos serlo más o menos) eso implica que necesitamos del otro. Si en ese momento en el que se sucede la situación la persona cuenta con una adecuada red de apoyo social ayudará a que la persona se sienta acompañada y facilitará el proceso de aceptación. Si por el contrario la persona no cuenta con un círculo de apoyo conectará con sentimientos de soledad, aislamiento y desamparo generando mayor malestar e interfiriendo en el proceso de aceptación.
Características personales que dificultan la aceptación
- Baja tolerancia a la incertidumbre: no aceptar la incertidumbre como parte inevitable de la vida, anticipando constantemente todas las posibles variables que pueden acontecer (“y si cambia de opinión, y si hay algo que se me escapa, y si en realidad no me está diciendo toda la verdad”, etc.).
- Creencias irracionales relacionadas con el control o la responsabilización excesiva, como: “todo de pende de mi”, “tengo que poder con todo”, “yo soy así…”
- Reglas internas (morales) rígidas (“deberías”) y la sensación permanente de injusticia: tendencia a interpretar la realidad en términos de blanco o negro, sin atender a posibles “grises” o formas distintas de funcionamiento.
- Atribuciones externas: atribuir las causas del malestar a variables externas (como el karma, la suerte, a los demás, etc.) puede dificultar la aceptación de situaciones displacenteras. Por ejemplo: el opositor que ha suspendido 5 veces y atribuye a la mala suerte o a los examinadores la causa de su fracaso.
- Intolerancia emocional o evitación emocional: Cuando aceptar la situación supone experimentar elevados niveles de malestar, se puede tender a negar o a no asumir lo que está ocurriendo (evitación experiencial o cognitiva).
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