Aunque el trastorno obsesivo compulsivo es un trastorno aparentemente conocido, es mucho el desconocimiento que existe en torno a la verdadera naturaleza de éste problema. Si preguntamos a la población en que piensa cuando se habla de toc, será frecuente que visualicen a una persona lavándose las manos sin parar, es decir, el toc de contaminación, el más conocido por la población general. Sin embargo, esta es solo una pequeña parte de todo el contenido obsesivo que existe, al fin y al cabo, existen tantas obsesiones como imaginación tenga la persona. Hoy hablamos de la realidad del toc, de las obsesiones que más avergüenzan, los TOC silenciados.
TOC silenciados
“Para mí es muy difícil hablar de esto, de hecho, esta es la primera vez que lo hago, en la consulta de un psicólogo. Yo suelo hablar de mi malestar con mi gente con relativa facilidad, pero esto me supera. Desde hace unos meses vienen a mi mente imágenes y pensamientos horribles sobre pederastia. Las imágenes que vienen a mi mente, son de mi practicando actos sexuales con bebés. Me siento una persona horrible. ¿Cómo puedo yo estar pensando en éste tipo de cosas? Me parece espantoso. Ahora, además, cada vez que veo a un niño creo que acabaré perdiendo el control y acabaré violándolo. He dejado de acercarme a mi sobrino y ya ni hablar de verlo desnudo, empiezo a sentir una ansiedad inmensa pensando que en cualquier momento acabaré cometiendo una barbaridad“.
“Fui madre hace unos meses, el sueño de mi vida se hizo realidad, siempre me había imaginado con mi bebé en los brazos, pero nunca imaginé que pensaría en lo que estoy pensando. Comenzó hace unos meses, estaba acunando a mi niña y empecé a pensar ¿Y si empezara a golpearla? Entonces empecé a sentir muchísimo miedo y dejé corriendo a la niña en la cuna. Desde ese día aparecen en mi mente, sin aparentemente venir a cuento, diferentes preguntas en mi mente cada vez que la tengo en brazos: ¿Y si abriera los brazos intencionadamente y la dejara golpearse contra el suelo? ¿Y si me diera por matarla? ¿Y si realmente no la quiero y por eso pienso eso?¨ Lo peor de todo es cuando vienen a mi mente pensamientos de carácter imperativo ¡Mátala! Siento verdadero terror.“
Cuando las obsesiones son de éste tipo (contenido agresivo, moral y/o sexual), los pacientes se sienten malas personas y creen no merecer nada bueno de lo que les pase, ya que tener ese tipo de pensamientos, creen les desprestigia como personas.
Obsesiones de carácter agresivo
El contenido de las obsesiones se basa en hacer daño a ciertas personas o a uno mismo. Muchas veces se teme hacer daño a personas especialmente vulnerables por su condición, niños o ancianos, o que por su posición (estar situados de espaldas) o su actividad (dormir, estudiar) sean especialmente vulnerables. Es muy frecuente que este tipo de obsesiones aparezcan al ser padre, especialmente en situaciones de manipular al bebé (bañarlo, cambiarlo, amamantarlo…).
Estas obsesiones son muy perturbadoras, sobre todo si aparecen en la mente de la persona con un formato imperativo: golpéalo, arrójalo por la ventana, clávale el cuchillo. En otras ocasiones aparecen en forma interrogativa: ¿Y si le diera con la mesa en la cabeza? El malestar que provocan estas obsesiones es muy intenso y además de la ansiedad suele aparecer también una fortísima culpabilidad porque la persona tiende a pensar que si esos pensamientos están en su cabeza es porque realmente desea cometer esa acción. Nada más lejos de la verdad. En realidad, significa todo lo contrario, una de las razones por las que la persona padece este tipo de obsesiones es porque el contenido de las mismas está totalmente en contra de su sistema ético.
Obsesiones de tipo sexual
Las obsesiones sexuales pueden tomar muchas formas diferentes. Las más comunes son sobre homosexualidad, pederastia o incesto.
En las obsesiones de carácter homosexual, las personan temen sentirse atraídas por personas de su mismo sexo, aunque no haya pruebas reales de que esto suceda.
En otras ocasiones, el cerebro de la persona, se ve invadido por diferentes imágenes o pensamientos de carácter sexual desagradable, por ejemplo, imaginarse violando a un bebé o teniendo relaciones sexuales con un familiar, lo que le hace pensar que es un verdadero monstruo por tener este tipo de ideas, aunque como hemos mencionado con anterioridad, esto no tiene nada que ver con el deseo de la persona y la realidad es que por nada del mundo haría ni va a hacer algo así.
En esta categoría también incluiríamos las obsesiones de carácter sexual religioso que padecen personas por lo general creyentes. Las obsesiones suelen centrarse en pensamientos o imágenes de carácter sexual con alguna figura religiosa (Jesús, la virgen María…).
Además de una intensa sensación de malestar con uno mismo, las personas viven con verdadera vergüenza padecer estas obsesiones, creyendo que si cualquiera las descubriera, les juzgaría como personas horribles, creyendo que revelar sus pensamientos les aislará y juzgará irremediablemente.
Obsesiones egosintónicas vs obsesiones egodistónicas
Decimos que una obsesión es de carácter egosintónico cuando las creencias que sostiene la persona van en sincronía con su personalidad. Por ejemplo, la hipocondría. En la hipocondría las personas creen que deben estar preocupadas por su salud porque realmente padecen o podrían padecer una enfermedad grave.
Decimos que una obsesión es de carácter egodistónico cuando las creencias que sostienen las personas van en contra de sus objetivos vitales, de sus deseos, de sus valores, sus principios o sus esquemas de vida.
Este sería el caso de las obsesiones sexuales, de tipo moral y/o agresivas o de daño, en los que la egodistonía es mayor que en el resto de los subtipos.
Es fundamental aclarar que este tipo de obsesiones no define ni mucho menos a la persona, sino todo lo contrario, nos hablan del temor a convertirse en algo que desprecian o que va en contra de sus valores.
Hemos de aceptar que la egodistonía del trastorno va a representar un reto añadido en la terapia, teniendo también que lidiar con la culpabilidad y autodesprecio mencionado anteriormente. La culpabilidad que uno siente se trabaja de forma indirecta, conociendo bien cómo funciona el trastorno.
Aprender a no luchar con los pensamientos obsesivos es un trabajo arduo, que se produce fruto de un largo y costoso trabajo en terapia, en definitiva, no tiene sentido luchar contra algo si no representa un peligro real, aunque esto sea más difícil de lo que uno pueda imaginar.
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