¿Recuerdas el clásico videojuego de los años 80, Pac-Man? Aquel donde asumías el rol de una pequeña bolita amarilla que comía puntos mientras huía de fantasmas que la perseguían. Pues bien, este juego puede ser una excelente metáfora para comprender cómo funciona el estrés y la ansiedad en nuestras vidas.

El estrés: cuando los fantasmas te persiguen

Imagina que tu día a día es como una partida de Pac-Man. Tú eres el personaje principal, y los fantasmas que te persiguen representan todas las fuentes de estrés que enfrentas: las fechas límite en el trabajo, una discusión con un amigo o esa preocupación constante sobre un problema que parece no tener solución.

En el juego, Pac-Man tiene una opción para defenderse: las píldoras de poder. Al comerlas, se vuelve invencible durante un tiempo limitado, capaz de enfrentar a los fantasmas sin miedo. En la vida real, estas “píldoras de poder” son como las respuestas fisiológicas de tu cuerpo al estrés. Cuando te enfrentas a una situación estresante, tu corazón late más rápido, tus músculos se tensan, y sientes una descarga de energía. Es tu cuerpo preparándose para enfrentar la amenaza. Es, como si por un momento, te convirtieras en un superhéroe listo para cualquier desafío.

Sin embargo, esta respuesta tiene un límite, al igual que el poder de Pac-Man. Después de un tiempo, si no has resuelto la fuente del estrés, esa energía se agota. Los fantasmas vuelven a ser peligrosos, y te ves nuevamente en una situación de huida. Si en la vida permaneces en un estado de estrés constante, el impulso inicial desaparece y, en lugar de sentirte fuerte, comienzas a experimentar agotamiento, desmotivación y sensación de estar abrumado.

Ansiedad: cuando los fantasmas salen del juego

Ahora, hablemos de la ansiedad. Imagina que, después de jugar tanto tiempo, los fantasmas no solo te persiguen en el juego, sino que saltan de la pantalla y comienzan a seguirte a todas partes. Ya no se trata de un miedo específico o una situación puntual. En lugar de eso, la ansiedad es una sensación de anticipación constante, como si algo malo estuviera por suceder en cualquier momento, incluso si no tienes claro qué es.

En este escenario, tu mente no sabe cómo “apagar” la alarma, y te quedas atrapado en un ciclo de alerta permanente. Los fantasmas de la ansiedad siempre están detrás de ti, incluso cuando no deberían estarlo. A diferencia del estrés, que es una reacción a algo concreto, la ansiedad es una sensación de amenaza futura que no desaparece, lo que te deja en un estado de hiperalerta.

Estrés y ansiedad: reacciones naturales que podemos entender

Es importante destacar que ni el estrés ni la ansiedad son malas en sí mismas. De hecho, son respuestas naturales de nuestro cuerpo ante el peligro. El problema surge cuando no sabemos cómo manejarlas y terminamos asustándonos por nuestras propias reacciones. Es como si nuestro sistema inmune emocional comenzara a reaccionar en exceso, atacándonos a nosotros mismos en lugar de a las amenazas externas.

Por eso, es fundamental dejar de pensar que estar estresado o ansioso significa que algo está mal en ti. No estás “enfermo”. En lugar de eso, debes comprender que el verdadero desafío no es el estrés o la ansiedad en sí, sino los miedos y creencias que generamos a su alrededor. Aprender a identificarlos y manejarlos es el primer paso para recuperar el control y evitar que los fantasmas de Pac-Man invadan tu vida diaria.

Conclusión: domina el juego del estrés y la ansiedad

La próxima vez que te sientas abrumado por el estrés o la ansiedad, recuerda la metáfora del Pac-Man. Reconoce los fantasmas que te persiguen, entiende tus respuestas fisiológicas y date cuenta de que, al igual que en el juego, tienes momentos de poder. Aunque estos impulsos de energía no duran para siempre, puedes aprender a gestionarlos de manera inteligente para que no terminen agotándote.

Controlar el estrés y la ansiedad es como aprender a jugar mejor. Con práctica, puedes mantener a raya a esos fantasmas y avanzar en el juego de la vida con más calma y claridad.

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