El Fugu (pez globo) es uno de los manjares más cotizados en Japón, y a la vez es una de las criatura más venenosas que conocemos. Genera un veneno conocido como tetradotoxina, que posee entre veinte y cien veces más neurotoxicidad que el de la viuda negra. Cada cierto tiempo los periódicos informan de muertes por ingestión de Fugu, a pesar de todas las medidas de seguridad que se toman. Resulta que el atractivo del pez globo no es tanto su sabor, que resulta más insípido que otros pescados, sino el riesgo (deseo, peligro) que uno experimenta al comerlo.
¿Cuál es la explicación que podemos dar al hecho de que a las personas les gusté pasar miedo en las películas de terror, se lancen en paracaídas o les gusté realizar actividades que ponen en riesgo su integridad física?.
El cerebro humano sigue siendo un misterio, pero se sabe que en situaciones de miedo, no sólo se liberan adrenalina y glucocorticoides, que son responsables de las reacciones como el aumento del latido cardíaco o dirigir la energía hacia nuestros músculos, sino que hay otro tipo de sustancias que también participan en el proceso como las endorfinas y que son responsables de las sensaciones placenteras. Las endorfinas son opiáceos endogenos (los genera el propio cuerpo), y pueden ser altamente adictivos.
Hay una paradoja que aparece en este caso, y es que en ocasiones, el placer surge tras la experimentación del dolor. Conocida es la sensación de alivio y bienestar que tenemos cuando nos quitamos esos zapatos que tanto nos apretaban. Al igual que no solemos concebir un final feliz si antes no se han experimentado dificultades, así cuanto mayor es la dificultad superada, más intensa es la recompensa.
Que curiosa es la biología…
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