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Adicción a las redes… ¿cuando es un problema?.

Años atrás no éramos capaces de hacernos una idea de la increíble repercusión que tendría internet y su establecimiento paulatino en nuestra sociedad. Hoy podemos asegurar que los beneficios que nos ofrece son muchos: buscar trabajo, apuntarnos a formaciones a distancia, ampliar nuestros conocimientos intelectuales, la comodidad de hacer compras sin tener que moverse del sillón, saber cómo llegar a direcciones que desconocemos y cómo hacerlo más rápidamente… pero sin duda uno de los ámbitos que más ha experimentado un crecimiento e importancia exponencial ha sido el de las redes sociales.

Las redes sociales, en su corta existencia de aproximadamente dos décadas, han conseguido modificar la realidad social. Es un medio que ha facilitado que millones de usuarios nos pongamos en contacto directo e inmediato sin tener en cuenta la hora, el lugar o cualquier otra cuestión que podía mediatizar en la comunicación antes de su existencia. Los teléfonos móviles abandonan su misión tradicional, la de ser un instrumento de comunicación oral, para pasar a contar con una amplia funcionalidad, con diversas aplicaciones de comunicación además de la conversación convencional.

¿Sabías que…?

Para que nos hagamos una idea de hasta dónde se extiende el uso de las redes sociales en la comunicación hemos extraído algunos datos del informe que presentaron We Are Social y Hootsuite con la colaboración de otras organizaciones acerca del panorama global digital en el 2017:

  • De los aproximadamente 7.500 millones de personas que poblamos la Tierra, 3.700 millones son usuarios de Internet.
  • Más de la mitad del tráfico web mundial proviene de teléfonos móviles inteligentes o smartphone.
  • El uso de las redes sociales en general creció un 47% a lo largo del 2016, y las redes sociales móviles aumentaron un 44%. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de este crecimiento de redes sociales a través de los smartphone: se estima que ese año se incorporaban 18 usuarios nuevos cada segundo.
  • Casi 2.800 millones de personas en todo el mundo utiliza las redes sociales al menos una vez al mes, y más del 91% lo hace a través de dispositivos móviles.
  • De entre una treintena de países registrados, entre los que está España, los datos muestran que el usuario promedio de medios sociales pasa 2 horas y 19 minutos usando este tipo de plataformas cada día.
  • Más de mil millones de personas usa Facebook, que es la red social más utilizada de todas, y más de la mitad de sus usuarios usan su servicio diariamente.
  • Por debajo de Facebook (y Whatsapp, que es de la misma compañía) están Youtube, la plataforma de mensajería instantánea china WeChat, Instagram, Twitter, Skype, Snapchat, Pinterest, y por último LinkedIn que, a pesar de estar en los últimos puestos del ranking, cuenta con más de 530 millones de perfiles de usuarios.

Como vemos, el uso que se le da actualmente a las redes sociales cumple una importante función social. Millones de personas invierten horas diariamente para estar al día de lo que se mueve por las redes sociales, un comportamiento que para muchos se ha vuelto un hábito y para otros tantos una forma de vida.

Las redes sociales gustan… y lo saben

Las empresas responsables de este tipo de plataformas saben que para mucha gente ya se está configurando como un estilo de vida, algo de lo que obtienen jugosos beneficios económicos, así que para seguir engordando sus cuentas y su negocio utilizan técnicas básicas para favorecer el uso y consumo que se le dé, lo que puede propiciar la adicción a las redes:

  • Si se utilizan poco o nada (pero eres usuario), en el móvil seguro que habrás recibido alguna alerta, correo o notificación, llamándote la atención sobre alguien que podrías conocer, novedades o algún contenido que quizás te guste. El objetivo es atraer continuamente tu atención, no se limitan a confiar en que vayamos a acudir a ellos en nuestros momentos de inactividad.
  • Si eres usuario, ten en cuenta que se utilizan recompensas como los “me gusta”, recordatorios o vídeos resúmen de tu actividad que sirven como instrumentos de reciprocidad social, así como opciones para que selecciones tus objetivos de uso o juegos para generar retos en los usuarios, o crear marcadores de fidelidad en los que se muestre cuántos días seguidos nos hemos conectado a la app para generar competiciones y récords. En definitiva, maneras de que sigamos haciendo uso de la plataforma y aumentemos nuestra actividad.

¿Cuándo algo satisfactorio se convierte en un problema?

Para la mayoría de nosotros resulta muy gratificante poder conocer y darse a conocer a los demás a través de fotos, videos, comentando vivencias, dando opiniones… mantener la comunicación con un amigo o familiar que está lejos nunca fue tan fácil. Y como resulta tan sencillo, el uso que invita a hacer de ello y que muchos de los usuarios terminan dándole a este tipo de plataformas es el de pasar horas y horas delante de la pantalla, sin intromisiones, sin necesidad de tener contacto real con sus interlocutores, ya sea con una relación más íntima, conocidos o incluso desconocidos; un uso cómodo a la medida de cada uno de nosotros.

Muchas de las fronteras entre un comportamiento normal y una adicción a las redes, están aún por determinar, sobre todo cuando hacemos referencia a las adicciones comportamentales o psicológicas; pese a ello, podemos sospechar que nos encontramos ante un más que posible comportamiento adictivo cuando en vez de uso hacemos un abuso de las plataformas sociales, ya sea por cantidad de tiempo invertido como por frecuencia de uso elevados. Cuando esta actividad se convierte en la más importante en la vida de la persona, domina sus pensamientos, sentimientos y conductas, estaríamos hablando de una adicción a las redes sociales.

La paradoja que sustenta este proceso es que cuanto más activa se muestra una persona en las redes sociales, más probabilidad tiene de potenciar nuevas oportunidades personales, laborales o académicas, algo que a la par genera el riesgo de sentir una adicción a las redes, de un deseo incontrolable de conectarse y revisar, actualizar y publicar. El utilizarlas con frecuencia y ser activo hace que tenga más oportunidad de “ser visto” por los otros, y cuanto más me comenten, publiquen o les guste virtualmente a los demás, más me agradará y más me esforzaré en que así siga siendo. La inmediatez en el refuerzo, es lo que las hace potencialmente adictivas.

Conclusión: en un abrir y cerrar de ojos y sin ser conscientes de ello podemos estar manteniendo estos dos procesos que se retroalimentan, y que a priori nos pueden parecer gratificantes, pero que a la larga requieren que desplacemos nuestro tiempo dedicado a otro tipo de actividades para prestar atención a las pantallas de móviles, tablets u ordenadores, así como esforzarnos por ser creativos o atractivos para generar interés en la comunidad interactiva.

Riesgos de tener una adicción a las redes sociales

Los grupos más vulnerables a generar este tipo de adicción son los adolescentes y los jóvenes por el uso masivo que prácticamente hacen de las redes, pero a través de esta herramienta, por lo sencillo e inmediato que resulta, cualquiera puede ser susceptible de desear buscar compulsivamente sentirse gratificado por encima de otros aspectos.

El deseo incontrolable de estar conectado permanentemente para ver qué se cuece, es un comportamiento de adicción a las redes que muchas veces se realiza y mantiene por el afán de la persona a no sentirse excluido si no participa en los acontecimientos del entorno, por la creencia de que si no estuviese conectado a este tipo de plataformas no estará integrado en el mundo de los demás y corre el riesgo de “dejar de existir” para los otros.

El uso globalizado de estas formas de comunicación está cambiando nuestra experiencia directa con el mundo, pero si invertimos un tiempo abusivo, como consecuencia de la adicción a las redes sociales con el fin de sentirnos reconfortados navegando, en la adicción a las redes sociales corremos riesgos:

  • Cambia la forma de entender las relaciones: el mayor atractivo que encuentran los jóvenes con las redes sociales virtuales es que satisfacen plenamente sus necesidades de comunicación, sin esfuerzo, de una forma divertida y con la máxima inmediatez. Y es que normalmente se establecen relaciones menos íntimas, dejando ver únicamente lo que deseamos que vean de nosotros, en donde es muy fácil falsear datos y caer en comparativas, sobrevaloraciones y exigencias.

 

  • La adicción a las redes sociales cambia la manera en la que entendemos el proceso característico de la comunicación: Digamos que nos relacionamos desde un lugar seguro, por lo que una interacción cara a cara puede convertirse en algo realmente complicado y temido para una persona que socializa únicamente de forma virtual. Las estrategias que utilizamos para expresarnos y contar algo de nosotros in situ dependen más del lenguaje no-verbal (ausente en las redes) y las habilidades sociales que hayamos entrenado a lo largo de nuestra vida; a su vez, las intervenciones de los demás nos pueden parecer mucho más invasivas que en el mundo virtual en donde podemos comunicarnos a los ritmos que deseemos.

 

  • La adicción a las redes sociales aumenta la vulnerabilidad: pese a que cara a cara nos podemos sentir más expuestos, lo cierto es que el exceso de confianza a través de estas plataformas es una de las facetas más representativas de los preadolescentes y adolescentes. Con cada click estamos mostrando a todos y cada uno de nuestros contactos (conocidos o desconocidos) información de nosotros y, poco a poco, podemos llegar a tener registrado más de lo que estaríamos dispuestos a compartir en una relación al uso. Además, en esta misma línea, encontramos perfiles falsos y el problema del cyberbulling, en donde los acosadores pueden acceder más fácilmente y en cualquier momento a nuestro espacio, y hacer público y permanente cualquier tipo de intervención.

 

  • Falsa percepción de bienestar: si la dependencia es muy intensa, la persona puede llegar a sentirse desestresado o tranquilizado por el escape que le supone el uso de redes sociales, olvidándose completamente de todos los problemas que le rodean, inexistentes en el mundo virtual. Una sensación de bienestar que, a medida que pase el tiempo, únicamente encontrará aumentando el tiempo de conexión (apareciendo un efecto de tolerancia, como el que se genera con el abuso de cualquier sustancia), dejando de lado sus actividades y obligaciones para atender las necesidades que les generan las redes sociales.

 

  • Cambios de humor bruscos: contrariamente al bienestar por su uso, nos encontramos con sentimientos de incomodidad o estado físico, psicológico y social desagradable cuando la actividad se reduce de forma súbita. La abstinencia en estos casos se traduce a no poder acceder a las redes porque se haya estropeado, perdido o robado el medio electrónico que usábamos para conectarnos, ir a lugares en los que no haya wi-fi o posibilidad de acceder a Internet, etc. será en esos casos cuando la persona se encuentre inquieta, irritable y de mal humor por no poder acceder a la herramienta que le distrae, llegando a sentirse perdida, sin saber cómo invertir su tiempo y rechazando disfrutar de otras alternativas por no parecerle tan atractivas.

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