Para hablar de los derechos asertivos básicos, deberíamos entender que la asertividad es una habilidad personal y social, una característica de la conducta, que se puede adquirir para expresar los propios sentimientos, opiniones y pensamientos; así como defender nuestros derechos, sin pasar por encima de los de otras personas.
Siendo asertivos somos claros y directos sin herir los sentimientos de los demás ni menospreciar su valor.
Podemos ubicar la asertividad en el centro de un continuo cuyos extremos estarían delimitados por la pasividad y la agresividad. A la hora de manejar un conflicto, o enfrentarnos a una situación en la que vemos necesario expresar nuestra opinión o emociones, podemos elegir entre someternos a la voluntad ajena, agredir, o utilizar nuestros derechos asertivos. Por lo general, la tercera opción suele ser la más adaptativa tanto para la relación como para nosotros mismos (lo cual no quiere decir que debamos olvidar considerar las otras dos, dependiendo de la situación); ya que supone un equilibrio entre dejar que nos pasen por encima y avasallar.
Agresividad y asertividad pueden llegar a confundirse, ya que ambas se utilizan para hacer valer la propia posición, para poner límites e incluso defenderse. La principal diferencia radica en el respeto inherente a la asertividad, tanto por uno mismo como por los demás; haciendo uso de la honestidad de forma correcta. Ser asertivo significa ser proactivo en lugar de reactivo, aceptando las limitaciones que pueda imponernos la realidad y eligiendo desde una mayor sensación de libertad.
Por supuesto, adquirir capacidades asertivas requiere un proceso de aprendizaje. Cuando aprendemos a manejar la asertividad ponemos mejor en práctica aquello de conseguir nuestros objetivos, sentirnos seguros de nosotros mismos y mejorar la comunicación con las personas de nuestro entorno; al mismo tiempo que nos mantenemos abiertos a las opiniones y consejos que otros puedan darnos, aceptándolos cuando los consideramos beneficiosos y rechazándolos con amabilidad cuando no nos sirven. Todo esto, como ya te habrás imaginado, reduce notablemente los conflictos interpersonales y, por lo tanto, el estrés cotidiano.
A continuación te dejo con un listado que enumera los derechos asertivos básicos; esto es; derechos que todos poseemos pero que muchas veces olvidamos tener (a costa de nuestro bienestar). Cuando los incorporamos a nuestra vida nos colocamos a la misma altura que los demás y desde ahí nos manejamos con ellos, además de mejorar también la relación con nosotros mismos.
Te invito a leerlos despacio, sin prisa, asimilándolos sin dar por sentado su significado. Trata de pensar en situaciones que hayas vivido y que tengan que ver con cada uno de ellos, indagando en la frecuencia con la que los sueles ejercer, como aprendizaje y ejercicio de equilibrio.
1. El derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
2. El derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones.
3. El derecho a reconocer mis propias necesidades, establecer mis objetivos personales y tomar mis propias decisiones.
4. El derecho a cambiar.
5. El derecho a decir “no” sin sentirme culpable.
6. El derecho a pedir lo que quiero, aceptando a la vez que me lo nieguen.
7. El derecho a pedir información y ser informado.
8. El derecho a cometer errores.
9. El derecho a obtener aquello por lo que pagué.
10. El derecho a ser independiente.
11. El derecho de gozar y disfrutar.
12. El derecho a triunfar.
13. El derecho a ser mi propio juez.
14. El derecho a decidir hacerme cargo, o no, de los problemas de los demás.
15. El derecho a dar o no explicaciones sobre mi comportamiento.
16. El derecho a no necesitar la aprobación de los demás.
17. El derecho de no ser perfecto.
18. El derecho a decidir no ser asertivo.
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