¿Somos lo que comemos?” Seguro que te has hartado de escuchar esta frase. ¿Es cierta esta expresión? ¿Condiciona nuestra alimentación nuestro estado psicológico? ¿Ansiedad y comida se dan la mano? ¡Vamos a despejar a dudas!

Nuestro organismo es un gran laboratorio en constante producción, por lo tanto aquello que comemos irremediablemente va a condicionar nuestro estado de ánimo.

Una mala alimentación puede predisponer a una mayor ansiedad o a un estado de ánimo más bajo, mayor irritabilidad… Una dieta no equilibrada puede no ayudarnos en absoluto cuando lidiamos con nuestros problemas de ansiedad. Las sensaciones de mareo, de cansancio, de debilidad… se van a ver potenciadas. La alimentación puede convertirse en un aliado en nuestro proceso o en un potenciador de ansiedad y es que cuando nos encontramos ante un problema de ansiedad, nos encontramos ante el desafío de hacer modificaciones en nuestro estilo de vida.

Ansiedad y comida ¿Tienen algo que ver estos dos conceptos?

El hipotálamo es la zona de nuestro cerebro encargada de controlar el apetito y la toma de comida, es decir, los distintos receptores del hipotálamo pueden determinar lo que comemos y cuanto comemos. Al estimular unos u otros receptores, nuestra preferencia por determinados tipos de alimentos se hace evidente, esta es la explicación a que cuando tenemos ansiedad nos apetezcan más los alimentos dulces. Cuando tenemos ansiedad nuestro cuerpo se prepara para hacer frente a un peligro (ya sea existente o no) y considera que la glucosa (presente en los alimentos dulces), al ser digerida rápidamente, informará a nuestro cerebro de que ya estamos con la energía suficiente para hacer frente a ese peligro.

De alguna manera, la ingesta prolongada de determinados alimentos, así como la carencia de otros puede perjudicarnos en nuestros procesos de ansiedad.

¿Qué alimentos nos ayudan a aumentar nuestras defensas?

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