Robert Louis Stevenson escribio el primer manuscrito de “El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr Hyde” en tres días. Dicen que cuando acabó arrojó el ejemplar a la hoguera y dejo que se consumiera pasto de las llamas. Después volvió a reescribirlo en otros tres días, y así fue como su obra vio la luz. En medio de la fiebre, la tuberculosis y el fuego.
El doctor Jekyll es un científico que está investigando la naturaleza dual de las personas, e inventa una poción para descubrir la esencia maléfica del ser humano. Así es como encuentra a Hyde, su lado perverso y malvado. Hyde explora lo que el doctor Jekyll no puede hacer por su rígida moral victoriana.
¿Y dónde se hallan el bien y el mal en nosotros?
Como una falsa cartografía inventamos países dentro de nosotros, y esos países tienen fronteras donde habitan los conceptos y las ideas que no se tocan entre si.
“Yo me celebro, / y cuanto hago mío será tuyo también, / porque no hay átomo en mí que no te pertenezca” nos decia Walt Whitman.
A veces no podemos integrar que somos tantos, y nos escindimos. Partimos nuestra humanidad por la mitad y luchamos en guerras civiles. Nosotros somos los soldados y las víctimas. Y entonces yo no quiero ser tonto, pero olvido que sólo con mi tonto puedo volver a aprender, porque el listo es demasiado listo para hacerlo. Cuando el fuerte es demasiado fuerte no entiende que esta solo. Y que fue el débil el que le dio apoyo, y le hizo buscar ayuda.
Habitualmente, se presenta al Dr. Jekyll como retrato de la excelencia social y profesional, mientras que Hyde es la encarnación de su perversa naturaleza oculta. Sin embargo, tal y como revela la carta final del propio Jekyll, tal análisis es incompleto. Efectivamente, el doctor confiesa que siempre tuvo unas pulsiones irrefrenables que le llevaban a cometer actos reprobables de los cuales se arrepentía, pero que su personalidad no le permitía evitar. La fascinación y el interés que desarrolló por esa dualidad le llevaría a investigar la manera de disociar claramente ambos opuestos. Al crear una identidad separada, consigue dar rienda suelta a sus ansias con la tranquilidad de que nadie conoce a Hyde y que puede hacerlo desaparecer cuando desee. Así, mientras Hyde es efectivamente pura maldad, un ser instintivo y emocional sin ataduras morales, Jekyll no es totalmente puro, no es su opuesto por tanto. Aun cuando la mayor parte de su vida la ha pasado haciendo el bien y siguiendo un modelo de rectitud moral sus cada vez más frecuentes apetitos carnales le llevan una y otra vez a transformarse en Hyde para gozar de ellas sin cargo de conciencia.
Superar nuestra dualidad es integrar las partes de mi que no puedo aceptar. No puedo reprimir, pero si contener, abarcar. El corazón es ancho y ajeno, y no conoce en realidad de cárceles o conceptos. Te pasa o no te pasa. Lo sientes o no.
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