Los celos son un sentimiento natural en el desarrollo evolutivo de niños y niñas. Celos porque llega un hermanito, celos de papá o mamá en la fase de enamoramiento de uno de ellos, de las amistades, cuando hay algún cambio en la familia – alguien, con quien el niño tiene bastante apego, que tiene nueva pareja o que hasta entonces nunca había presentado nadie a la familia; o inclusive un nuevo embarazo en la familia.

Hay múltiples razones por las cuales, niños y niñas, pueden sentir celos, sin embargo no tiene que ser alarmante. Tenemos que intentar entender que está ocurriendo y ayudar a estos niños y niñas a manejar el sentimiento de celos a través de la comprensión y normalización.

Catalogarles deniño malo/niña mala” o “eso no se hace”, por sentir celos no es la mejor opción para ayudarles a solucionar el problema. Es importante ayudarles a llegar al sentimiento de celos y que puedan entender por qué tienen celos.

Los celos afectan a personas pequeñas y no tan pequeñas, como adultos también sentimos celos y sabemos muy bien por qué los sentimos, pero como niños no siempre es así, a veces sentimos celos y no sabemos porqué, ni como lidiar con ellos.

Por delante de los celos viene el sentimiento de abandono y baja auto estima: “ya no me quieren”, “ahora ya no me van hacer caso”, “no van a querer jugar conmigo”… Tienen dificultad en ver varias posibilidades para una situación/persona, para ellos las cosas o son buenas o malas, o me quiere o no me quiere, “si hay otro niño ya no va a querer jugar conmigo” piensan; son absolutistas en sus pensamientos y por eso les cuesta tanto manejar estas emociones.

Sienten que tienen que competir para volver a ganar el afecto de esa persona. Al final para ellos la vida gira a su alrededor y cuando eso empieza a no ser así hay miedo e inseguridad. Esto puede ocurrir por una cuestión meramente evolutiva en que naturalmente hay que incentivarles a ser más autónomos y por lo tanto, sienten el “abandono” – papá y mamá ya no están todo el tiempo con el/la peque o, por la aparición de una nueva persona en la vida de ese niño o niña, como puede ser hermano, tios, abuelos que se mudan a su casa…

Los celos infantiles pueden manifestarse de varias maneras:

– Cuando son más pequeñitos hasta pueden pasar desapercibidos, ya que hay más necesidad de ser validado por esa persona adulta por el miedo al abandono. Van a mostrarse más obedientes de lo normal, extremadamente cariñosos o sumisos. También pueden manifestar alteración del apetito, problemas con el sueño o retroceso en conductas ya adquiridas (lenguaje, control del pis…).

– Al desarrollarse más a nivel cognitivo aparecen más conductas de rabia como la agresividad verbal (gritos – “ya no me quieres”, “Nunca más has jugado conmigo”…) o física (patadas, peleas en el cole…). Pueden también utilizar la manipulación emocional retirando el afecto a aquellas personas que creen que ya no le quieren.

Una vez identificado el origen de los celos las personas adultas responsable por la educación del niño o niña deben coordinarse y trabajar en conjunto de manera a ayudar al/la menor a reestablecer su seguridad:

  • Enfatizar sus aspectos positivos, sus cualidades;
  • No recriminar ni hacer hincapié en los aspectos negativos de la conducta;
  • Tratar de mantener el mismo trato con el niño o niña que antes del suceso que originó los celos;
  • Aumentar los tiempos en familia o de juego de modo a facilitar la comunicación y la seguridad del pequeño.

El mantenimiento de los celos en el tiempo pueden deteriorar las relaciones y dinámicas familiares. En caso de que los episodios se celos se mantengan en intensidad y frecuencia puede ser que estemos hablando de un niño o niña con un carácter celoso y entonces en estos casos lo más recomendable sería visitar un/a profesional.

 

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