Ansiedad y angustia, forman parte de la existencia humana y han sido históricamente objeto de estudio por parte del hombre con la intención de delimitar las características propias de cada sensación y las consecuencias que ellas originan tanto en nuestro organismo como en nuestros actos.

Aunque algunas personas experimenten con más frecuencia que otras determinadas sensaciones ¿quién no ha llegado a pasar por momentos en los que sentía una tremenda ansiedad?, ¿alguien ha sido capaz de esquivar la angustia?.

Etimológicamente  ansiedad y la angustia aludirían a cerrar, ahogar y obligar.

Miedo, angustia y ansiedad.

Ansiedad hace referencia a un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. Es una emoción complicada y displacentera que se manifiesta mediante una tensión emocional que se combina con manifestaciones físicas. Se trata de un mecanismo evolucionado de adaptación cuyo objetivo primario es potenciar la supervivencia del individuo que la experimenta: hace millares de años, cuando el hombre debía lidiar con un ambiente más complicado que el actual en nuestra sociedad, debiendo enfrentarse precariamente a los cambios de clima y a fieros animales para poder alimentarse, surge la ansiedad como una reacción de alerta ante un peligro objetivo y real. El problema reside en que ese mecanismo no ha evolucionado como lo ha hecho nuestro entorno; lo que nos ayudaba a huir de las fauces de un león, ahora, en esta era científica y tecnológica en la que nos encontramos, surge a raíz de estímulos difusos, de peligros que no atañendo a nuestra supervivencia los consideramos como tal, haciendo que nuestro organismo reaccione de igual manera aunque la gravedad el estímulo haya pasado a ser subjetivo.

Cuando la ansiedad deja de ser adaptativa decimos que se trata de un estado caracterizado por la constante anticipación de peligros futuros, indefinibles e imprevisibles (Marks, 1986) que en la mayor parte de los casos no son atribuibles a peligros reales, produciendo en la persona deseos fuertes de correr, esconderse y gritar. Cuando esto sucede se desencadenan de una serie de síntomas físicos a causa de el alto grado de activación de los sistemas nerviosos autónomo y somático, influyendo directamente la activación del sistema simpático (mecanismo que tiene como función preparar el organismo para un estado de alerta, activándolo para la acción); esto conlleva corporalmente, y dependiendo de la persona, síntomas como palpitaciones, pulso rápido, tensión muscular, dolor de cabeza, mareos, opresión torácica, hiperventilación a causa de una respiración rápida y superficial, ahogo, aumento de la sudoración corporal, sequedad de boca, temblor, hormigueos, aerofagia y molestias digestivas llegando incluso a desencadenarse vómitos. La persona no sólo centra la mayor parte de su atención en anticipar subjetivamente el peligro cargándose de miedo, sino que desarrolla a raíz de ello una serie de pensamientos y respuestas emocionales centradas en aspectos subjetivos displacenteros tales como miedo a lo desconocido, tensión, sentimientos de irrealidad, de inseguridad y de incapacidad, pensamientos de inferioridad y debilidad, deseperación, aprensión y sensación de pérdida de control, imaginando situaciones catastróficas o de peligro inminente que cree que no será capaz de gestionar, llegando a temer bajo esas circunstancias consecuencias tan horribles como la muerte. Esto hace que amolde sus comportamientos a un estilo vital poco adaptativo en donde prevalecen conductas evitativas o de escape, que a priori reducen la ansiedad, pero que a la larga no hacen otra cosa que alimentar el miedo, dando como resultado un deterioro paulatino en la vida familiar, social y laboral de la persona, pudiendo en los casos más graves paralizar todos los ámbitos de su vida.

Sin embargo la angustia se define como una emoción, experimentada de forma universal y exclusiva por el ser humano, difusa y desagradable, que hace referencia por un lado a un estado de conciencia y por otro a determinadas sensaciones corporales. La filosofía, como se apuntó anteriormente, hizo un gran aporte teórico en lo referente a la conceptualización de la angustia como estado independiente de la ansiedad. Desde este ámbito se entiende que nuestra existencia supone una permanente actitud de las personas a proyectar y verse obligadas a… en cierto modo las personas no dejamos de crear y de encontrarnos ante el peligro de no conseguirlo; y en la base de todo ello se encuentra la angustia, que es lo que nos mueve, y sin la cual no cabría existencia auténtica. Desde el momento del nacimiento y con la obligada y necesaria separación del vínculo materno, el ser humano cae en un estado de absoluta independencia que no reconoce, llevándole a ser consciente de la limitación de su existencia. La reflexión filosófica sobre la angustia emprendida en 1884 por Kierkegaard nos deja entender la naturaleza de la emoción sin que por ello tenga que ser patológica. Este autor nos dice que el origen de la angustia se relaciona con la libertad y por ende con la posibilidad, ya que lo que es posible es aquello que sólo es descubierto por medio de la libertad; tenemos posibilidades porque somos libres y no tenemos una biografía escrita de antemano. El problema es que en el uso de la libertad, que podría caracterizarse por un horizonte infinito, el ser humano tiende a decantarse por lo finito, estrechándolo, encontrándose de frente con la posibilidad de la ocurrencia de fallo, es decir, de no acertar, no tomar la decisión correcta, o no alcanzar la meta perseguida, de forma que cuando esto sucede la persona se hunde en la nada; entendiendo la nada como la posibilidad de no acertar en el uso de la libertad individual. Kierkegaard sostendrá que la angustia siempre estaría referida al futuro, en cuanto a lo posible; el pasado sólo producirá angustia por la incertidumbre de poder errar en un momento futuro. Así aparecería la angustia, como si de una especie de vértigo a la libertad se tratase, vértigo e incertidumbre que precede a cualquier resolución y realidad existencial.

 

Te escuchamos.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

La ansiedad comienza a ser un problema en el momento en el que nos impide realizar una vida “normal” y satisfactoria. Cuando sobrepasa ciertos límites, el estrés pasa de ser un aliado, a un elemento paralizante.

La ansiedad en sí no es mala. Es una respuesta adaptativa ante una situación que necesitamos responder de inmediato. No solo sentimos estrés cuando percibimos un peligro inmediato, también cuando nos toca la lotería, o cuando logramos tener una primera cita con la persona que tanto nos gusta. El corazón late mas deprisa, la respiración se acelera. La sangre se distribuye a los lugares de nuestro organismo donde les va a hacer mas falta, los músculos se tensan, comenzamos a sudar… todos esos síntomas, que ahora podemos llamar estrés o ansiedad, son una llamada para que reaccionemos de forma más eficaz.

¿Como podemos ayudarte?

Análisis funcional.

Realizamos un análisis adecuado en una primera entrevista gratuita. Podemos decirte que es lo que te pasa exactamente y en que podemos ayudarte.

Realidad virtual.

Usamos equipos de realidad virtual para realizar una primera aproximación al problema. Realizamos mediciones objetivas de tu ansiedad midiendo la conductancia de tu piel.

Entrenamiento y psicoeducación.

Te enseñamos como funcionan tu mente y tu organismo en ese tipo de situaciones. Te damos pautas para realizar un manejo adecuado de la ansiedad.

Análisis funcional.

Realizamos exposiciones en vivo para que puedas enfrentarte a tus miedos con seguridad.

En el año 2013 el término crisis de ansiedad fue uno de los más consultados por los internautas en Google por encima de “crisis económica”.

Una crisis de ansiedad se define como la aparición brusca de un miedo o malestar intenso, aparece además acompañado de alguno de los siguientes síntomas:

• Palpitaciones o elevación de la frecuencia cardiaca (taquicardia).
• Sensación de ahogo, con respiración rápida.
• Opresión en el pecho.
• Miedo o pánico. Literalmente, sentirse a morir.
• Sudoración o escalofríos.
• Temblores.
• Náuseas o molestias abdominales.
• Mareo.
• Sensación de irrealidad.
• Sensación de entumecimiento u hormigueo.

Causas

La crisis de ansiedad puede estar relacionada con causas físicas como el hipertiroidismo, el consumo de ciertas sustancias, aunque normalmente es un proceso psicológico el que lo desencadena. (Causas de las crisis de ansiedad enlace).

Tratamiento

El tratamiento ha de abordarse desde una perspectiva integradora que incluya los métodos más eficaces que ofertan la psicología y la psiquiatría. Partimos de las bases de la terapia cognitivo-conductual e incluimos los últimos avances realizados por otras corrientes como el Mindfullnes, la Gestalt, la terapia de aceptación y compromiso, la hipnosis y el psicoanálisis. Trabajamos de forma grupal o individual con las personas que padecen este trastorno.

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La teoría de la mente pretende dar voz a todos aquellos trastornos silenciosos que padecen día a día las personas que pasan por nuestra consulta.

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