Hoy es un día importante para mí. Hoy se cumplen tres años desde que subí en avión por primera vez y desde entonces no he dejado de recorrer Europa. Mi primer destino fue Londres. Hoy, a esta hora, hace tres años, estaba paseando por las calles de Londres. Todavía puedo recordar las emociones, era como estar dentro de un sueño. ¡Lo había conseguido! ¡Había conseguido lo impensable! Tan impensable como que ahora mismo esté escribiendo estas palabras desde mi piso, en la ciudad, y viviendo sola. Jamás pensé que podría vivir sola. Como decía, a esta misma hora estaba paseando por las calles de Londres. Trafalgar Square, Buckingham Palace, Candem Towm, Hyde Park… Los autobuses de dos pisos. Ver con mis propios ojos la palabra Underground… ¡Y la casa del Doctor Freud! Me sentía inmensamente feliz. Mi compañero de viaje me preguntó: ¿Qué es lo que más te gusta? Y yo respondí: ¡Todo! Todo era distinto pero igual a la vez. Me sentía cómoda, tranquila, ilusionada. Por primera vez me di cuenta que el mundo no era ese lugar peligroso, lejano y ajeno. Me sentía segura y contenta, todo el tiempo contenta. En aquel viaje se rompieron muchos mitos, muchos dogmas; en aquel viaje cambiaron miles de creencias, respecto a mí, respecto al mundo, respecto al miedo. Londres y mi propia vida estaban al otro lado del miedo y por fin estaba empezando a atravesar esa pared de cristal. Una pared de cristal que yo había mirado durante años; viendo que, al otro lado, estaba todo lo que yo quería ser y tener. Esa pared se llamaba miedo y la agorafobia sería el pasaporte para traspasarla. Esta es la historia de mi proceso de agorafobia.

Muchas veces escucho y leo “fórmulas mágicas” para vencer la ansiedad, para ganarle la batalla a la ansiedad. Titulares que dibujan la agorafobia como el peor de los enemigos. Muchas veces, el proceso consiste en acallar los síntomas o mantenerlos a raya. Creemos que estamos superando el proceso si al chequearnos durante un día, otro día y otro día… no hemos sentido los síntomas. Y cuando la sintomatología se reduce a cero es cuando pensamos que hemos superado el problema. Después de muchas sesiones, de estar acompañada de buenos profesionales, de mucha voluntad y también de esfuerzo, un día entendí que no tenía que luchar contra la agorafobia, que tenía que aprender de ella, que tenía que escuchar qué me quería decir. La agorafobia había venido para contarme una historia, la historia de mi propia vida, y para invitarme a conocerme a mí misma. Yo no me conocía a mí misma, nunca me había parado a pensar en profundidad en mi propia biografía. Y sobre todo, no sabía que dentro de mí existía una maravillosa caja de herramientas que nunca había puesto en marcha. La agorafobia ha sido una maestra que ha ido ofreciéndome lecciones, que las ha repetido una y otra vez hasta que he aprendido el mensaje. Todas esas lecciones, una vez aprendidas, me han hecho confiar en mí, conocerme, amarme, respetarme, valorarme y quererme como no sabía hacerlo antes de pasar el proceso. Hoy puedo afirmar que es el mejor regalo que me ha puesto la vida en el camino. El camino fue largo, duro y difícil, hasta que aprendí que la agorafobia era mi mejor aliada. Hasta que aprendí que no se trataba de acallar los síntomas sino escucharlos, porque cada síntoma, cada crisis era una nueva lección sobre mí misma que tenía que aprender. Un pensamiento rígido que debía aprender a flexibilizar, una creencia errónea de la que tenía que desprenderme y sobre todo una falta de amor.

Ahora mismo estoy mirando las fotos de Londres, de Ámsterdam, Dublín, Edimburgo, París, Berna. Brujas… Mientras voy pensando en mi próximo destino. Viajar me ha enriquecido como persona. Nunca pensé que diría que una de las cosas que más feliz me hace es viajar. Conocer otras calles, otras personas, otros idiomas. Ahora soy una apasionada de los idiomas y pasito a pasito voy aprendiendo inglés, con la motivación de que será para usarlo en mis viajes. ¡Es tan apasionante aprender un nuevo idioma!

La agorafobia me ha convertido en la persona que ahora soy. ¡En una becaria de Españoles por el Mundo! Y este es el mensaje que hoy, 23 de septiembre de 2018 quiero compartir con el resto de amigos que estén viviendo su proceso. Porque todo llegará, porque se puede y porque quizás, ahora mismo habrá una persona leyendo estas palabras y pensando que es imposible. Y cuando quieran darse cuenta, estarán realizando su primer vuelo como yo lo hice, justo hoy, hace tres años.

 

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