Julio tiene 35 años. Se despierta por las noches para asegurarse de haber cerrado correctamente la llave del gas, las puertas y ventanas… Con el paso del tiempo, sus dudas han ido en aumento y se obliga a quedarse despierto hasta bien entrada la madrugada, para levantarse continuamente a realizar estas comprobaciones. Últimamente se encuentra agotado y su rendimiento laboral se ha visto afectado por las obsesiones.

Para Alberto el día es complicado desde que se levanta. Vestirse, desayunar, salir con el coche… son tareas difíciles, porque si no cumple a rajatabla la rutina que ha establecido, tiene que comenzar todo de nuevo. Le preocupa que sus seres queridos mueran si no lo hace. También tiene miedo de hacerles daño voluntariamente. Sabe que es completamente irracional, pero hasta el saberlo le provoca aún más ansiedad. No sabe como luchar con las obsesiones.

Ángela siente que su vida se ha visto invadida por los rituales. Con mucha frecuencia se sorprende a sí misma contando el número de veces que hace algo. Para ella, determinados números son malos y por eso debe evitarlos. Por ejemplo, se lava la cara y el pelo tres veces en lugar de una, porque el uno da mala suerte; cuando lee no logra concentrarse debido a que tiene que contar el número de líneas de cada página… Esto ha repercutido negativamente en su vida, pero cree que las consecuencias de no llevar a cabo estos rituales pueden ser desastrosas.

Sara tiene 20 años y no puede tocar ninguna puerta, barandilla o mostrador en áreas públicas, por miedo a contagiarse de algún germen que pueda afectar seriamente a su salud. Cuando cree haber tocado algo que no debería se lava las manos repetidas veces, incluso con lejía, llegando a producirse graves heridas.

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una manifestación de ansiedad que afecta, aproximadamente, al 1% de la población. Como su nombre indica, se caracteriza por la existencia de dos componentes principales:

Las obsesiones pueden ser pensamientos, ideas, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes. Son vividas como involuntarias y producen inquietud, aprensión, preocupación o temor. Se experimentan como invasoras de la conciencia, siendo común tratar de ignorarlas o suprimirlas, muchas veces sin éxito. Es entonces cuando entran en juego las compulsiones.

Las compulsiones son pensamientos o conductas repetitivas y estereotipadas cuya principal función es reducir la ansiedad provocada por la obsesión. Mediante su realización se intenta evitar algún acontecimiento futuro asociado a las obsesiones, aunque el sentimiento más profundo es el de resistirse a llevarlas a cabo, ya que se reconoce su falta de sentido. Suele ocurrir que con el paso del tiempo van siendo necesarias más repeticiones para reducir la ansiedad. De esta forma se crea un círculo vicioso, puesto que aunque en un principio se obtiene una reducción inmediata del malestar, finalmente se refuerza la dinámica del comportamiento. Las compulsiones requieren mucho tiempo y energía, por lo que afectan al bienestar social y laboral y terminan causando sentimientos de angustia, culpa y vergüenza.

SÍNTOMAS

Entre los principales síntomas del TOC se encuentran:

  • La aparición de ideas, imágenes o pensamientos recurrentes e indeseados.
  • La realización continua e incontrolable de compulsiones o rituales.
  • Una leve sensación de alivio de la ansiedad que causan los pensamientos con la realización de las compulsiones, a pesar de que la obtención de placer final es nula.
  • La dedicación de al menos una hora al día a dichos pensamientos y rituales, los cuales provocan angustia e interfieren en la vida cotidiana.

El TOC puede ser experimentado de muchas formas distintas. Puede estar relacionado, por ejemplo, con:

  • La limpieza: las obsesiones giran en torno a la posibilidad de contaminarse, contagiarse o propagar una enfermedad a través de determinados objetos o en situaciones concretas. Se evita a toda costa la suciedad y el posible contacto con microorganismos, usando con frecuencia guantes o desinfectantes para lavarse y limpiar los objetos personales varias veces al día. Aún así, nunca se logra tener la sensación de estar totalmente libre de contaminantes.
  • La necesidad de verificación: se inspeccionan un sinfín de veces objetos como cerraduras, electrodomésticos, cajones, puertas, etc., con el objetivo de comprobar que funcionan correctamente y disminuir el temor a sufrir un daño o causárselo a otras personas. Sin embargo, no se llega a sentir la verdadera seguridad de haberlo comprobado lo suficiente.
  • La acumulación: puede estar relacionada con la necesidad de coleccionar y clasificar objetos, o la de acaparar la mayor cantidad de información posible en todos los campos del conocimiento o en alguno en particular. En cualquier caso, no se tiene suficiente tiempo para organizar dichos objetos o asimilar la información, por lo que estas tareas también terminan acumulándose y posponiéndose.
  • El orden: existe una exigencia constante por colocar los objetos cercanos según determinadas pautas: por color, tamaño, tipo, forma simétrica, etc.
  • Los pensamientos o imágenes recurrentes: de contenido agresivo hacia uno mismo u otras personas, sexual, religioso, o incluso absurdo.
  • El perfeccionismo: la autoexigencia lleva a preocuparse de forma incontrolable por los más mínimos detalles, a veces reconocidos como irrelevantes; a realizar las tareas impecablemente y mantenerlo todo en un estricto orden y bajo control. En este caso la entrega es a compulsiones mentales y no físicas.
  • Los números: se busca sentido a los números circundantes sumándolos, restándolos o modificándolos hasta que se encuentra un número significativo. Con frecuencia existen números buenos y otros malos o a evitar.
  • Las preguntas: existe una necesidad imperiosa por preguntarse a uno mismo o a los demás acerca de cualquier cuestión o tema.
  • Las dudas: se encuentra dificultad para aceptar sucesos ambiguos o inciertos, así como para tomar decisiones. Se tiene una gran preocupación por los errores, por lo que es necesaria la certeza que permita maximizar la predecibilidad en estas situaciones, aumentando así la percepción de control sobre ellas.

Cuando se sufre el trastorno obsesivo-compulsivo se siente una gran necesidad por controlar la mayor cantidad de aspectos vitales para lograr seguridad y certidumbre. Los cambios impredecibles no son bien tolerados, puesto que se encuentran altas probabilidades de que suceda un suceso catastrófico. De esta forma, encontrar soluciones perfectas es posible y necesario, y no se deja cabida a errores o imperfecciones. Es común realizar férreos esfuerzos por controlar determinados pensamientos, así como atribuirse la responsabilidad de lo que pueda acontecer en caso de no llevar a cabo ciertas conductas.

El tratamiento psicológico, principalmente cognitivo conductual, integra diversas técnicas y corrientes como estrategias de afrontamiento, abordaje de pensamientos negativos y catastrofistas, autoinstrucciones positivas, visualización y focalización de la atención (Mindfulness), exposición con Prevención de Respuesta y Terapia de Aceptación y Compromiso; así como una psicoeducación que permite a la persona conocer la naturaleza de su ansiedad y manejarla con el fin de conseguir su autonomía y bienestar.

En Amadag, la primera consulta es gratuita y tiene una duración de 30 minutos. El tratamiento comprende cuatro sesiones al mes, de frecuencia semanal, al inicio del cual se realiza un análisis funcional del caso. Posteriormente se trabajarán en consulta las ideas relacionadas con la culpa, la búsqueda de seguridad absoluta, la tendencia al catastrofismo, al perfeccionismo y la intolerancia al malestar, introduciendo sesiones de exposición. De esta forma, la persona podrá disminuir su angustia y gestionar su ansiedad, consiguiendo que las obsesiones y las compulsiones vayan desapareciendo progresivamente.

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