DEPRESIÓN

“Siempre estaba triste. No tenía ganas de nada, de absolutamente nada, sólo quería estar en mi cama y llorar. Hacer cualquier cosa me costaba un mundo, sentía como si necesitase una grúa para poder levantarme. Era horrible”.

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Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos pasado por alguna situación difícil de pérdida, ante la cual hemos experimentado tristeza o bajo estado de ánimo; es algo normal.

El problema surge cuando este bajo estado de ánimo se vuelve cada vez más frecuente, intenso y duradero (a veces ya sin que la causa esté presente), y se convierte en el “protagonista” de nuestro día a día, resultando desadaptativo e incluso incapacitante. En este punto podríamos hablar ya de depresión.

SÍNTOMAS

Cuando una persona se encuentra en un estado depresivo suele experimentar, entre otros síntomas característicos:

Tristeza, abatimiento y desánimo continuo y generalizado, así como irritabilidad (síntomas emocionales).

 Pérdida de interés, de disfrute por las cosas y de “energía” -dificultad o incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas- (síntomas conductuales y físicos).

 Desesperanza y pensamientos negativos sobre uno mismo -inutilidad y culpa-, sobre el mundo y sobre el futuro (síntomas cognitivos) que, en ocasiones, pueden llegar incluso a ideas o tentativas de suicidio.

La relación entre ansiedad, estrés y depresión

¿Es normal que esté tan nervioso/a cuando estoy deprimido/a?”. La depresión y la ansiedad aparecen unidas en muchas ocasiones. Es muy frecuente (casi la mitad de los casos) que personas que experimentan depresión a su vez se encuentren ansiosas, ya que la inactividad total o parcial hace que cualquier actividad que se inicie o se anticipe que se lleve a cabo suponga nerviosismo y estrés.

Por su parte, aunque en menor proporción, también puede ser frecuente que personas que presentan ansiedad acaben experimentando también depresión, puesto que la ansiedad les puede llegar a limitar tanto su vida hasta el punto de no poder realizar aquellas actividades con las que disfrutan.

¿Por qué aparece y por qué se mantiene la depresión?

En muchas ocasiones solemos encontrar una o varias situaciones externas negativas que creemos que han podido causar la depresión (situaciones de estrés como la pérdida de un ser querido o una ruptura sentimental, el diagnóstico de una enfermedad crónica, una situación de desempleo, el aislamiento social o la frustración al no poder conseguir aquello que tanto deseamos o que es tan importante para nosotros..) pero no siempre es así, en algunos casos los desencadenantes pueden ser también internos: nuestra forma de ver el mundo puede llevarnos a esta situación de forma progresiva, sin darnos cuenta (

Sea como fuere, en este punto tenemos que tener claro que el problema se cronifica o mantiene en el tiempo en términos generales por dos grandes razones: la inactividad (junto a la consecuente pérdida de reforzadores) y los pensamientos negativos con los que interpretamos, de forma errónea, la realidad.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) es la modalidad de tratamiento psicológico que, en la actualidad, demuestra mayor eficacia en el problema de la depresión.

Se basa en el entrenamiento de estrategias de afrontamiento adaptativas al problema y, en términos generales, incluirá como técnicas de intervención básicas la activación conductual (volver a retomar, de forma progresiva, las actividades cotidianas y aficiones para recuperar el interés y disfrute por las cosas) y técnicas cognitivas (modificación de pensamientos y creencias irracionales por otros pensamientos más adaptativos y ajustados a la realidad), complementados con otras técnicas como entrenamiento en habilidades sociales o resolución de problemas, si bien es cierto que el tratamiento será siempre individualizado y adaptado a cada persona.

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