FOBIAS DE IMPULSIÓN
“¿Eso mismo sería capaz de hacerlo yo también en algún momento si perdiese el control?”.
Las fobia de impulsión son un intenso temor a determinados pensamientos que pueden llegar a tener el propio sujeto, como es el miedo a la perdida de control del propio cuerpo o el miedo a volverse loco en un momento dado; esto nos puede estar sucediendo cuando pensamos que a causa de perder el control, física y/o mentalmente, podemos llegar a hacer algo de forma repentina que resulte ser tremendamente grave o irreversible, como hacer daño a otras personas con las que estamos, empujar a alguien a la carretera o vías de tren, saltar al vacío desde un balcón o lugar elevado…
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Los pensamientos creados son muy intensos y además moralmente muy fuertes, creyendo que somos “malas personas” porque haremos daño a otras personas más indefensas que nosotros. Pero es indudable, desde luego, que la persona que está sufriendo este tipo de miedos no tiene la intención de hacer nada, no desea por nada del mundo que sucedan esos pensamientos que imagina; pensamientos como pueden ser:
• Miedo a hacer daño a otras personas con un arma, habitualmente cuchillos. • Miedo a saltar o empujar a alguien por un balcón, a las vías del tren, a la calzada, etc. • Miedo a hacer daño a su bebé, sobre todo se manifiesta el pánico a ahogarlo mientras es el momento del baño. • Miedo a atropellar a alguien intencionadamente mientras conduce un vehículo.
Puede que previamente hayamos visto u oído algún acontecimiento violento o descontrolado que le haya pasado a alguien (ya sea de nuestro entorno o desconocido; en primera persona, en la tele o en cualquier medio de comunicación…), el cual asociamos a otros tipos de factores, llegando a plantearnos “¿Eso mismo sería capaz de hacerlo yo también en algún momento si perdiese el control?”. De tal manera que se reúnen factores como una noticia impactante para la persona, una predisposición a la ansiedad por parte de la misma, y el hecho de cuestionarse recurrentemente si cabe la posibilidad de realizar esos comportamientos temidos, entre otros, para dar lugar a un miedo extremo a la pérdida de control y sus posibles consecuencias.
La reaparición de estas ideas estará muy ligada a momentos o periodos de ansiedad más elevados, en los que la persona, al estar más preocupada o nerviosa de lo normal, puede llegar a experimentar con elevada frecuencia e intensidad estos pensamientos de carácter obsesivo, incluso imaginando y viéndose a sí misma el estar llevando a cabo la acción temida. La persona entra en una especie de círculo en el que, a raíz de poseer esos pensamientos e imaginaciones, se asusta y aterroriza de tenerlos y más si se suma la posibilidad de llegar a poder hacerlo, lo cual hace que aumente su ansiedad y, a la par, fortalezca la obsesión creada, intentando huir aún más de todo lo que pueda llegar a ser un desencadenante.
TRATAMIENTO
Aprendemos a activar un sistema de avisos con los que estar advertidos de las posibles dificultades que nos rodean, dándole a nuestro cerebro una orden de cautela constante para que no se olvide del peligro (peligro completamente inexistente si lo sopesamos de forma objetiva), para por si acaso surge un “momento de locura”. De tal manera que es necesario que no confundamos y terminemos creyendo que esto tiene algo que ver con factores que implican un trastorno mental grave, equiparándolo con fenómenos de tipo psicótico como la esquizofrenia; simplemente es un mecanismo, que tiene que ver con factores de ansiedad, a través del cual desarrollamos una especie de sistema de prevención extremo que termina condicionando nuestra forma de relacionarnos con la vida. Se tratará, por tanto, de ir “relajando” ese sistema de prevención, para que, en la medida en que nos lo permitamos a nosotros mismos, podamos comprobar poco a poco, y a base de pequeños acercamientos, que realmente el peligro imaginado y la situación real no tienen porqué corresponderse el uno con el otro, por muy real que se viva en el terreno íntimo de cada uno.