La labilidad emocional aparece cuando experimentamos de forma intensa nuestras propias emociones y éstas cambian de forma rápida y abrupta, siendo difíciles de controlar (esto es, cuando encontramos dificultad en la expresión y regulación emocional). Todas las personas tenemos cierto grado de labilidad emocional puntual; no obstante, si es muy excesiva, intensa o descontrolable puede resultar desadaptativa y constituirse como un síntoma de un problema psicológico.
¿Crees que eres una persona altamente “sensible”? ¿Que se emociona fácilmente y lo vive todo muy intensamente, pero que “cambia de humor” rápidamente? Quizá seas una persona lábil emocionalmente y (aún) no lo sepas.
La labilidad emocional, esa palabra que seguramente te resulte un tanto extraña al principio, hace referencia simplemente tanto a una forma excesiva, intensa y/o en ocasiones desproporcionada que tenemos de expresar nuestras propias emociones como a la dificultad inicial a la hora de gestionarlas o regularlas (dando lugar a cambios bruscos y repentinos de emociones que no se pueden controlar) –esto es, pasar de sentir una emoción a otra de forma rápida, súbita y abrupta; los llamados “cambios de humor o del estado de ánimo”-.
Todas las personas tenemos cierta labilidad emocional en algún momento puntual, puesto que las emociones van cambiando o variando en función del tiempo o la situación que las desencadene; es algo normal. No obstante, cuando estos cambios son muy repentinos, frecuentes o intensos, y difícilmente controlables (por ejemplo, reír o llorar de forma exagerada, intensa y desproporcionada -e incluso inapropiada- a aquella situación que lo desencadenó), puede convertirse en un síntoma de un problema psicológico, tal como depresión, trastorno bipolar o incluso un problema neurológico (resulta importante recalcar en este punto que la labilidad emocional no se considera un problema psicológico en sí mismo).
Cuando presentamos una elevada labilidad emocional, ésta puede traernos consigo ciertos problemas de adaptación a nuestro entorno social y laboral. Pensemos un momento. La persona lábil emocionalmente vive muy intensamente sus emociones, y muchas veces cambia de forma repentina de humor, pasando de la excesiva alegría a la tristeza más absoluta por ejemplo en cuestión de muy poco tiempo, sin poder controlarlo. Esto, lógicamente, puede causar malestar significativo en la persona que lo experimenta y cierta incomprensión –cuanto menos sorpresa- en los demás, por lo que en tal caso, se suele recomendar acudir a un profesional.
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