Los trastornos disociativos se caracterizan por una interrupción y/o discontinuidad en la integración normal de la conciencia, la memoria, la identidad propia y la subjetiva, la emoción, la percepción, la identidad corporal, el control motor y el comportamiento. Es decir, es como si hubiese una desconexión entre la conciencia, nuestros pensamientos, nuestra identidad, nuestras emociones, percepciones, nuestra memoria y nuestra conducta.
La disociación es un mecanismo de defensa que nuestra mente puede poner en marcha ante a situaciones estresantes o traumáticas. Ya sean traumas aislados severos o traumas repetidos, éstos pueden conllevar que una persona desarrolle un Trastorno Disociativo. Es como si quisiéramos escapar involuntariamente de la realidad.
A modo general los trastornos disociativos son experimentados como intrusiones espontáneas en la conciencia y el comportamiento, que se acompañan de una pérdida de continuidad de la experiencia subjetiva y/o la incapacidad de acceder a la información o de controlar las funciones mentales que normalmente son fácilmente accesibles o controlables.
Los síntomas y signos de trastornos disociativos incluyen:
Según la última actualización del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), los trastornos disociativos se clasifican de la siguiente manera:
Comúnmente llamado personalidad múltiple, este se caracteriza por la presencia de dos o más estados de personalidad distintos. Estas identidades o estados de personalidad asumen el control recurrentemente de la conducta de la persona, teniendo cada una de ellas recuerdos, relaciones, conductas, emociones y actitudes propios.
Los individuos con trastorno de identidad disociativo pueden referir la sensación de que, de repente, se han convertido en observadores despersonalizados de su propio discurso y acciones. También pueden informar sobre la percepción de voces (la voz de un niño, el llanto, la voz de un ser espiritual, etc.) En algunos casos, las voces se experimentan como múltiples, desconcertantes e independientes del pensamiento y sobre ellas el individuo no tiene ningún control.
Las personas con TID sufren de amnesia disiociativa, es decir, lagunas en la memoria remota de los acontecimientos vitales personales (períodos de la niñez o adolescencia, casarse, dar a luz, etc.). También puede darse lapsos de memoria reciente (de lo que sucedió hoy, usar un ordenador, leer, conducir, etc.) e incluso puede haber un descubrimiento de una evidencia de sus acciones diarias y de las tareas que no recuerdan haber realizado.
Las personas con TID pueden comunicar que, de repente, se han encontrado en la playa, en el trabajo, en un club nocturno, etc. sin acordarse de cómo llegaron allí, esto se llama fuga disociativa que se caracteriza por un viaje repentino lejos del hogar o del trabajo, con incapacidad para recordar el pasado y con confusión acerca de la identidad previa.
Las personas con TID típicamente presentan depresión, ansiedad, abuso de sustancias, autolesiones y convulsiones no epilépticas. A menudo disimulan o no son plenamente conscientes de las interrupciones en la consciencia, la amnesia u otros síntomas disociativos.
es la incapacidad de recordar información autobiográfica importante, generalmente de naturaleza traumática o estresante. Se pueden distinguir:
la característica esencial de este trastorno son los episodios persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas.
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