¿Te has planteado alguna vez si lo que haces cada día te está acercando –o no- a lo realmente importante en tu vida? Esta es una de las preguntas clave que se plantean dentro de la terapia de aceptación y compromiso (ACT), una de las terapias de tercera generación más conocidas. Ya llegó la quinta (y última) entrada del monográfico sobre las principales corrientes o terapias psicológicas.
La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es un tipo de intervención que se enmarca dentro de las llamadas terapias de tercera generación, experienciales o contextuales (la llamada “tercera ola” en Psicología). Es un modelo de intervención psicológica que se centra, como su propio nombre indica, en la aceptación del problema y su malestar –aceptando que el dolor es parte inevitable de la vida– y lograr el compromiso significativo de la persona hacia sus valores.
Como acabamos de ver, este enfoque se basa en uno de los aspectos nucleares o esenciales del ser humano, sus valores personales, esto es, lo que es realmente importante o valioso para esa persona, sus objetivos vitales, su por qué o el sentido de su vida, dejando de lado todo lo innecesario o superficial (por ejemplo, valores como la familia, el amor, la honestidad..). Según este enfoque, lograr comprometerse con los propios valores es una condición sine qua non para poder tener la determinación de dejar de evitar y, por tanto, actuar y hacer los cambios necesarios para alcanzar su objetivo en la vida. De esta forma, se hipotetiza que sólo así se conseguirá el bienestar y una vida significativa y plena para la persona.
La diferencia, por tanto, radica en el hecho de que no se centra específicamente en lo negativo o patológico -es decir, en el problema, en el malestar, dolor y sufrimiento que produce y en la eliminación de síntomas (como ocurre en la terapia cognitivo-conductual)-, sino que es un enfoque mucho más global, que se centra en la aceptación del malestar y en ver mucho más allá, en la búsqueda de lo esencial para la persona, para consecuentemente reducir los síntomas y alcanzar la felicidad (porque la felicidad, en contra de lo socialmente establecido, no es la ausencia de malestar, sino disfrutar a pesar del malestar, como bien veíamos en la terapia de activación conductual para la depresión, otra terapia que también se encuadra en este enfoque de terapias de tercera generación y, por tanto, sigue el mismo planteamiento básico).
La idea que subyace es que algunas personas se caracterizan por cierta rigidez psicológica, que se suele traducir en evitación experiencial de lo que piensan, sienten o hacen. A corto plazo, reduce el malestar, es cierto -y por este motivo la persona sigue escapando o evitando sus experiencias internas-, pero a medio y largo plazo aumenta más aún su malestar, porque no se permiten experimentarlo -evitamos el sufrimiento y el dolor a toda costa, y este es precisamente el problema, porque se crea un círculo vicioso: cuanto más quiera que desaparezca, la paradoja de la mente humana es que más aún aparecerá-. Las personas con evitación experiencial, como su propio nombre indica, se centran única y exclusivamente una y otra (y otra) vez en el problema, e intentan evitarlo a toda costa, sin ver más allá. Como consecuencia de ello, se produce también una falta de compromiso o de clarificación de los valores.
En este sentido, la terapia ACT se enfoca precisamente en trabajar la flexibilidad psicológica, en entender que el control y la evitación activa del malestar (la solución que entiende la persona a sus problemas) es precisamente el problema, puesto que nos aleja de lo que realmente es importante y nos hace felices, nuestros valores. Y, si dejamos de actuar en base a nuestros valores, esto nos provoca aún más malestar. Por tanto, necesitamos aceptar el malestar, darnos permiso para ello y actuar (ACT) en base a nuestros valores, ampliar nuestras miras, para poder vivir una vida con sentido.
El proceso terapéutico dentro de la terapia de aceptación y compromiso consta de las siguientes fases o etapas:
La terapia de aceptación y compromiso es la terapia de tercera generación que cuenta con mayor evidencia empírica para una amplia variedad de problemas psicológicos, tales como los problemas de ansiedad, depresión, síntomas psicóticos o adicciones, entre otros, así como problemas de salud (por ejemplo, dolor crónico, epilepsia, cáncer) y en diferentes ámbitos como el estrés laboral o el rendimiento deportivo.
En resumen, la terapia de aceptación y compromiso se basa en la idea de aceptar el sufrimiento y malestar como parte inherente a la vida y dejar de evitarlo a toda costa (puesto que esto es precisamente lo que hace que el problema se cronifique en el tiempo y nos aleje de lo que realmente nos hace felices), actuando en base al compromiso activo con los propios valores personales para alcanzar el bienestar.
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Muy buen post. Gracias por ayudarnos a entender mejor..... Felicidades
interesante me pareció una mezcla de terapia enfocada la soluciones y terapia existencial
Un artículo precioso, con fundamento académico, informativo y formativo, la verdad es que es como asistir a un aula con gente relamente preparada. Gracias
- Venía a su consulta porque me quedo paralizado por el miedo y la verguenza y tiendo a evitar y huir.
Yo tengo miedo a que puedan herirme.
- Muy bien, usted tiene que dejar de paralizarse y huir y aceptar el hecho de que puedan herirle, son 80 o 100 euracos.
Quiero ser psicólogo, es súper fácil.
Te quedaste con una parte a penas, es que no leíste que se puede convivir con esos pensamientos mediante la defusión cognitiva.