“Estos días lloro por todo y no se porqué” nos comentan algunos pacientes. ¿Os ha pasado que de repente un día nos levantamos con una sensación rara en el pecho y una sensibilidad especial, tanto es así, que hasta el anuncio del Scotex nos hace llorar, y no podemos parar, como si hubiésemos dejado un grifo abierto? ¡No os preocupéis! No nos hemos roto, solo estamos liberando la carga emocional que estamos sufriendo con los acontecimientos.
Podemos llorar por diversas razones, porque hemos perdido a un ser querido, porque nos han roto el corazón, podemos llorar de alegría al recibir noticias buenas, llorar por frustración y rabian al no haber conseguido un objetivo muy luchado, podemos llorar por miedo, por ansiedad…. En este caso me centraré más en la situación actual que estamos viviendo.
En este último mes y medio nos está tocando vivir diversas experiencias que están resultando en ocasiones ser bastantes duras: el estado de alarma, el confinamiento, el no poder ver a nuestros seres queridos, la pérdida de alguno de ellos, el distanciamiento social, los cambios en los hábitos y rutinas diarias, la perdida de trabajo, la adaptación al teletrabajo, estar padeciendo síntomas del covid19; todas estas vivencias hacen que a nivel emocional estemos dentro de una montaña rusa y se genere tensión emocional (cumulo de emociones muy intensas).
Las emociones se agolpan, aparecen de repente, a veces no entendemos muy bien de dónde y en muchas ocasiones nos resulta difícil de poder gestionar. Si la tensión emocional no es regulada de una manera adecuada, lo que sucede es que se va incrementando poco a poco, como si globo de agua se fuese llenando cada vez más y más hasta que explota. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo son sabios y se saben un truco que funciona muy bien para poder liberar parte de esa tensión emocional: el llanto, que hace las veces de válvula de escape, funcionando como regulador emocional.
Como habéis comprobado, llorar tiene sus efectos beneficiosos en nosotros. Llorar no es sinónimo de debilidad, ni de ser vulnerables, ni inferiores. Llorar nos ayuda a liberar el malestar de manear momentánea y nos carga de fuerzas para poder hacer frente a las situaciones.
Reprimir llanto no favorece a la salud, ni mental ni física. Es muy importante que no impidamos el llanto, que dejemos que fluya, abandonemos la idea de mantener la compostura y no llorar. Démonos el permiso de llorar, podemos elegir un sitio tranquilo en el que poder llevar a cabo el llanto o bien en compañía de nuestro ser querido, tú eliges, no hay una cosa mejor que la otra, simplemente déjate llevar, guíate por lo que sientes en ese momento.
Hay que llorar cuando lo necesitemos, cuando nuestro cuerpo y nuestra mente nos lo pidan. No hay más.
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