Históricamente la mayor parte de los protagonistas de la literatura y el ámbito cinematográfico suelen ser personajes de buenas intenciones, de moral casi intachable, y virtudes bondadosas, que con sus actos se esfuerzan por promover el bien común; pero la verdad es que, como en la novela El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, su atractivo no brillaría si no existiesen esos personajes antagonistas que velan por gobernar o imponerse a “los buenos” con las argucias sin escrúpulos que sean necesarias, pese a quien le pese. Y como muchas veces la realidad supera la ficción, estos rasgos “antagonistas” también los encontramos en la vida real: hablamos de lo que en psicología se ha denominado la triada oscura, tres tendencias de personalidad en las que no existe nada que motive más que el poder.
La curiosidad por los ingredientes del mal carácter y la investigación para especificar esos rasgos que nos dirigen a los seres humanos a desarrollar comportamientos egoístas y desaprensivos con los que nos rodean, no es algo reciente. Sin embargo en 2002, los psicólogos Delroy Paulhus y Kevin Williams, de la Universidad de la Columbia Británica, llevaron a cabo un estudio en el que por primera vez bautizaron estas características de la personalidad con un término pegadizo a la par que inquietante: la tríada oscura. Desde entonces se ha observado un creciente interés en el estudio y comprensión del maquiavelismo, el narcisismo subclínico y la psicopatía subclínica, los tres rasgos de personalidad que componen la triada oscura.
Pero antes de detenernos en cada uno, ¿qué quiere decir esto de subclínico? Pues por ejemplo, con el término psicopatía incluido en los manuales diagnósticos de enfermedades mentales como un trastorno de la personalidad, el término “subclínico” puede engañosamente parecernos que se refiere a que las características que exhiben estas personas no llegan a un nivel de psicopatía lo suficientemente aguda como para ser considerados “psicópatas clínicos”; pues no, los rasgos de psicopatía subclínica que forman parte de la triada oscura hacen referencia simplemente al hecho de que no han ingresado en prisión.
Es decir, que cuando hablamos de narcisismo subclínico o psicopatía subclínica estamos aludiendo a toda esa parte de la población que (aun con personalidades que pueden resultar indeseables o socialmente aversivas), no se la considera patológica ya que forman parte de una amplia gama de personas que han logrado cierto grado de adaptación social, incluyendo los casos extremos que se encuentran en libertad. Sin embargo, no sé si te habrás percatado de que el maquiavelismo aparece a secas, sin ese apellido, y es que este rasgo no se contempla como trastorno mental ni siquiera en su forma extrema.
Y otra cosa más a tener en cuenta para comprender esta triada es que el narcisismo, la psicopatía y el maquiavelismo no siempre se presentan por separado. Muchas personas con una de estas propiedades fuertemente marcada tienden a manifestar también las otras dos. Pero para que vayamos aclarándonos en sus diferencias esenciales: mientras que los maquiavélicos y los narcisistas aspiran sobre todo al éxito para sentirse recompensados, los psicopáticos buscan más la diversión (hedonismo) y la excitación (estimulación) en ese camino hacia el poder.
El narcisismo constituye, probablemente, el componente más conocido de la tríada oscura. Su nombre proviene de la mitología griega: el joven Narciso, que se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua. Su acotación subclínica emerge de la mano de Raskin y Hall en 1981, y quienes intentan llevar a cabo un estudio riguroso que perfile esta versión subclínica han sido Morf & Rhodewalt en 2001, que elaboraron un modelo explicativo de cómo el narcisista procesa la información que obtiene del medio para conseguir autorregularse, y en el cual se revela la existencia paradójica de la grandiosidad y la vulnerabilidad presentes en el narcisismo; porque son personas que se construyen a sí mismas exclusivamente a base de autoafirmarse, y si eso no lo consiguen, caen en los sentimientos de inferioridad que tienen profundamente arraigados.
El narcisista es autocomplaciente y arrogante, muestra grandiosidad, posee un gran sentido del derecho para sí mismo, y muestra superioridad. Son vanidosos y se inclinan hacia una sobrevaloración desmedida de sí mismos y hacia una fuerte necesidad de atención y admiración. Rara vez se interesa genuinamente por otras personas, y cuando lo hace casi siempre es con el objetivo de mejorar su estatus (razón por la cual le gusta mezclarse con otras personas exitosas y tiene sentimientos de rechazo hacia los que no lo son). Con frecuencia tratan a los demás despectivamente y reaccionan con terquedad e irritabilidad ante críticas pertinentes, incluso a veces de manera agresiva, ya que no pueden permitirse a sí mismos el admitir que están equivocados: antes mentir o culpar a los demás que reconocer su error y sentirse en una absoluta inferioridad.
La denominación maquiavelismo o personalidad manipuladora viene de la mano de Richard Christie y Florence L. Geis, los primeros psicólogos que estudiaron el maquiavelismo como una variación importante del comportamiento humano. Christie y Geis en 1970 realizaron la interpretación del libro “Il Principe” que escribió en el S.XVI el filósofo y político italiano Niccolò Machiavelli; una obra en la que el autor comparte su visión política, sentando sus bases y explicando aquellos aspectos psicológicos y comportamentales que consiguen que un líder sea exitoso. En “Il Pricipe”, Machiavelli muestra una cara totalmente distinta a la de cómo se entendía el poder hasta la fecha, una visión en la que la moralidad y la ética quedan en un segundo plano cuando existen determinados intereses: “nunca intentes ganar por la fuerza, lo que puede ser ganado por la mentira” explicaba. Así que a raíz de los tintes psicológicos de esta publicación nace el concepto de maquiavelismo, un término asociado a la personalidad manipuladora y estratégica.
La persona con rasgos maquiavélicos está sedienta de poder, es fría y egoísta. Muestra una priorización absoluta de sus propios intereses o, lo que es lo mismo, siempre busca su propio beneficio, y para ello no vacila en pasar por encima de la justicia y la moral si le va a resultar un impedimento en su camino. A pesar de esto, la persona maquiavélica deslumbra a sus congéneres mostrándose inofensiva y benévola, aunque en realidad tienen una visión cínica de los demás seres humanos ya que ven a los otros como medios para lograr sus fines; así que se relacionará desde la manipulación, la astucia y el engaño, y no dudara en explotar a los otros a su antojo para conseguir las metas más ansiadas: el dinero, el poder y ganar.
Paulhus, uno de los autores de la triada oscura, destaca en los maquiavélicos una propensión hacia el engaño hábilmente planificado y bien calculado, como es el caso de un fraude económico. Su punto fuerte: poseen un gran talento para evitar que les descubran. ¿Y si la manipulación no funciona? Roban o traicionan. De hecho, aquellos en lo alto del espectro maquiavélico creen que es mejor ser temido que ser querido, y ofenden a los demás como una estrategia para controlarlos.
En el caso de los maquiavélicos, el ser calculadores y cuidadosos con perpetuar una imagen benevolente que les facilite seguir engañando, es la habilidad que los diferencia de las personas con rasgos de psicopatía subclínica. Éstas últimas también tienden a la transgresión de los límites, pero por lo general actúan de manera más impulsiva (de ahí a que la categoría clínica involucre los aspectos penales y antisociales de la psicopatía).
Las recientes conceptualizaciones de la psicopatía tienen su raíz en el trabajo de H. Cleckley en los años 40, quien postulaba que la psicopatía es una constelación de rasgos afectivos, interpersonales y comportamentales que se caracterizan por una ausencia de nerviosismo, insinceridad, incapacidad para amar, ausencia de remordimientos o culpa y una pobreza general de reacciones afectivas.
La persona con rasgos psicopáticos presenta bajos niveles de amabilidad y responsabilidad, frialdad emocional (esto es, si sucede algo terrible a menudo no sienten ningún remordimiento ni culpa), apenas reflexiona sobre las consecuencias de sus acciones, con frecuencia se comporta con agresividad (utilizan a menudo el acoso en sus interrelaciones), y se esfuerza poco en ocultar su conducta sociópata. Disfrutan de emociones mentales fuertes por lo que suelen recurrir al consumo de drogas. Y Todo ello en su conjunto es lo que les lleva a tener problemas frecuentes con la justicia.
Aquellos en lo alto del espectro o con mayor componente psicopático no forman ningún vínculo emocional y el resultado es una completa falta de compasión.
Paulhus y Williams, los investigadores que bautizaron estos tres constructos como la triada oscura, advirtieron que comparten ciertas características. Apuntaron que, aunque variando el grado, los tres suponen un carácter malevolente con tendencias de comportamiento hacia la auto-promoción, frialdad emocional, hipocresía y agresividad.
La investigación de los cambios que experimentan las personas a lo largo de todo su ciclo vital tradicionalmente ha sido un aporte de la psicología evolutiva y, en concreto esta rama, al centrar sus estudios en sujetos que forman parte de la triada oscura aporta lo siguiente:
Pese a todo, aún queda mucho por investigar.
Llegados a este punto en el que parece que quedan mucho más delimitados estos caracteres, quizás debemos contemplar que estos rasgos “oscuros” se encuentran en todos nosotros, solo que en diferente medida. Con esto queremos decir que, quizá en nuestro caso estas tendencias no son las que esencialmente dirigen o gobiernan nuestros comportamientos, pero todos sabemos lo que es mentir para obtener algún beneficio, o conocemos lo que es intentar sobresalir a veces criticando al otro (en lo que vivimos como especie de competición interna) para no sentir que nos quedamos atrás.
Así que para finalizar, lejos de juzgar severa y fríamente estas formas oscuras de búsqueda de poder, tengamos en cuenta un par de cosas que nos ayuden a acortar distancias y traernos a todos a tierra: la primera es que aunque las personas sedientas de poder piensan de forma no convencional, y esto les hace resultar prolíficas en innovaciones, íntimamente se mueven constantemente en el umbral del fracaso, lo que también les hace experimentar sufrimiento psíquico. Y la segunda es que seguramente nos estemos relacionando con personas con estos rasgos en nuestra existencia, personas que se defienden bastante bien en el día a día, incluso gozan de ventajas en algunas áreas de la vida; puede que te hayan parecido atractivos en un momento dado, o hayas fantaseado con desear estar en su pellejo al valorar sus beneficios, incluso puede que tú también lleves a cabo estrategias parecidas en ciertas ocasiones. Porque, aunque la triada es la triada, todos tenemos un lado oscuro que a veces tenemos a bien sacar a la luz y nos parece justificado.
Fuentes:
González, F. R. (2015). La tríada oscura de la personalidad: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Una mirada evolutiva. Revista Criminalidad, 57 (2): 253-265.
Lucía Halty Barrutieta y María Prieto Ursúa. La psicopatía subclínica y la triada oscura de la personalidad. Behavioral Psychology, Vol. 19, Nº 2, 2011, pp. 317-331.
Frieder Wolfsberger. La triada oscura de la personalidad. Mente y cerebro vol. 75, 2015, pp. 46-52.
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