“La escritura puede ser una herramienta terapéutica, ya que la escritura es un dispositivo, o sea que es una técnica que le da forma a nuestra historia, a nuestra personalidad. La mente es un aparato generador de textos y de significados, y lo hace de manera narrativa. La mente construye, deconstruye y reconstruye el sentido de ese cuento que es la existencia. No transforma los acontecimientos, sino el sentido que éstos tienen” – Daniel Bruzzone
La escritura terapéutica, también llamada emocional o expresiva, es una técnica o recurso terapéutico que se utiliza en psicología desde los años 80 y que ha sido objeto de muchas investigaciones, a través de las cuales se ha podido comprobar que escribir sobre nuestras emociones y sobre nuestro mundo interior es particularmente beneficioso y una buena forma de afrontar los problemas. La escritura terapéutica es un recurso que te permite conocer, descubrir y gestionar emociones, sentimientos y patrones de pensamiento. Es una herramienta de expresión, bienestar y cambio.
El objetivo es escribir todo aquello que tengamos en la cabeza libre de juicios, desde pensamientos del tipo que sean, preocupaciones, ideas, reflexiones, problemas, sensaciones, situaciones, experiencias, vivencias, podemos escribir como no sentimos (emociones), en definitiva, vaciar nuestra mente.
Para escribir es necesario utilizar todas las estructuras cerebrales, que han de funcionar de forma conjunta y coordinada. El acto de escribir activa las zonas asociadas al pensamiento, el lenguaje y la memoria. También se requiere un alto nivel de especialización y coordinación hemisférica, porque estamos hablando de que, al escribir a mano necesitamos que el movimiento, el tacto, la visión, el lenguaje, la memoria, el pensamiento, la imaginación y la psicomotricidad fina estén trabajando de forma coordinada para plasmar en un soporte físico nuestras ideas.
Sintetizamos ideas y sentimientos escogiendo qué palabras utilizaremos. Para explicarlo de una forma sencilla: escribir a mano conecta nuestros dos hemisferios cerebrales, el derecho más emocional y el izquierdo más racional, y de esta forma, interrelacionados, nos ayudan al equilibrio emocional y a la integración de las experiencias traumáticas.
La parte derecha (hemisferio derecho) está relacionada con la expresión no verbal. En este hemisferio se encuentra la percepción y orientación espacial, la conducta emocional (o facultad para captar y expresar las emociones), la capacidad para controlar los aspectos no verbales de la comunicación, la intuición, el reconocimiento y recuerdo de caras, voces y melodías.
Escribir fomenta la memoria prospectiva y de trabajo, y a nivel psicológico, escribir es un gran canalizador emocional. Nos ayuda a desarrollar la creatividad y la organización de ideas, a clarificar y poner nombre a las emociones y sentimientos y a tomar mejores decisiones.
Bibliografía:
Adorna, R. (2013). Practicando la escritura terapéutica. 79 ejercicios. Ciudad de México: Desclée De Brouwer.
Castelli, G. L. (2006). El trabajo de escritura entre sesiones en la psicoterapia psicoanalítica. Subjetividad y procesos cognitivos, (9), 155-176.
González, H. (2001). La crisálida. Metamorfosis o dialéctica. Buenos Aires, Cúspide.
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