Años atrás no éramos capaces de hacernos una idea de la increíble repercusión que tendría internet y su establecimiento paulatino en nuestra sociedad. Hoy podemos asegurar que los beneficios que nos ofrece son muchos: buscar trabajo, apuntarnos a formaciones a distancia, ampliar nuestros conocimientos intelectuales, la comodidad de hacer compras sin tener que moverse del sillón, saber cómo llegar a direcciones que desconocemos y cómo hacerlo más rápidamente… pero sin duda uno de los ámbitos que más ha experimentado un crecimiento e importancia exponencial ha sido el de las redes sociales.
Las redes sociales, en su corta existencia de aproximadamente dos décadas, han conseguido modificar la realidad social. Es un medio que ha facilitado que millones de usuarios nos pongamos en contacto directo e inmediato sin tener en cuenta la hora, el lugar o cualquier otra cuestión que podía mediatizar en la comunicación antes de su existencia. Los teléfonos móviles abandonan su misión tradicional, la de ser un instrumento de comunicación oral, para pasar a contar con una amplia funcionalidad, con diversas aplicaciones de comunicación además de la conversación convencional.
Para que nos hagamos una idea de hasta dónde se extiende el uso de las redes sociales en la comunicación hemos extraído algunos datos del informe que presentaron We Are Social y Hootsuite con la colaboración de otras organizaciones acerca del panorama global digital en el 2017:
Como vemos, el uso que se le da actualmente a las redes sociales cumple una importante función social. Millones de personas invierten horas diariamente para estar al día de lo que se mueve por las redes sociales, un comportamiento que para muchos se ha vuelto un hábito y para otros tantos una forma de vida.
Las empresas responsables de este tipo de plataformas saben que para mucha gente ya se está configurando como un estilo de vida, algo de lo que obtienen jugosos beneficios económicos, así que para seguir engordando sus cuentas y su negocio utilizan técnicas básicas para favorecer el uso y consumo que se le dé, lo que puede propiciar la adicción a las redes:
Para la mayoría de nosotros resulta muy gratificante poder conocer y darse a conocer a los demás a través de fotos, videos, comentando vivencias, dando opiniones… mantener la comunicación con un amigo o familiar que está lejos nunca fue tan fácil. Y como resulta tan sencillo, el uso que invita a hacer de ello y que muchos de los usuarios terminan dándole a este tipo de plataformas es el de pasar horas y horas delante de la pantalla, sin intromisiones, sin necesidad de tener contacto real con sus interlocutores, ya sea con una relación más íntima, conocidos o incluso desconocidos; un uso cómodo a la medida de cada uno de nosotros.
Muchas de las fronteras entre un comportamiento normal y una adicción a las redes, están aún por determinar, sobre todo cuando hacemos referencia a las adicciones comportamentales o psicológicas; pese a ello, podemos sospechar que nos encontramos ante un más que posible comportamiento adictivo cuando en vez de uso hacemos un abuso de las plataformas sociales, ya sea por cantidad de tiempo invertido como por frecuencia de uso elevados. Cuando esta actividad se convierte en la más importante en la vida de la persona, domina sus pensamientos, sentimientos y conductas, estaríamos hablando de una adicción a las redes sociales.
La paradoja que sustenta este proceso es que cuanto más activa se muestra una persona en las redes sociales, más probabilidad tiene de potenciar nuevas oportunidades personales, laborales o académicas, algo que a la par genera el riesgo de sentir una adicción a las redes, de un deseo incontrolable de conectarse y revisar, actualizar y publicar. El utilizarlas con frecuencia y ser activo hace que tenga más oportunidad de “ser visto” por los otros, y cuanto más me comenten, publiquen o les guste virtualmente a los demás, más me agradará y más me esforzaré en que así siga siendo. La inmediatez en el refuerzo, es lo que las hace potencialmente adictivas.
Conclusión: en un abrir y cerrar de ojos y sin ser conscientes de ello podemos estar manteniendo estos dos procesos que se retroalimentan, y que a priori nos pueden parecer gratificantes, pero que a la larga requieren que desplacemos nuestro tiempo dedicado a otro tipo de actividades para prestar atención a las pantallas de móviles, tablets u ordenadores, así como esforzarnos por ser creativos o atractivos para generar interés en la comunidad interactiva.
Los grupos más vulnerables a generar este tipo de adicción son los adolescentes y los jóvenes por el uso masivo que prácticamente hacen de las redes, pero a través de esta herramienta, por lo sencillo e inmediato que resulta, cualquiera puede ser susceptible de desear buscar compulsivamente sentirse gratificado por encima de otros aspectos.
El deseo incontrolable de estar conectado permanentemente para ver qué se cuece, es un comportamiento de adicción a las redes que muchas veces se realiza y mantiene por el afán de la persona a no sentirse excluido si no participa en los acontecimientos del entorno, por la creencia de que si no estuviese conectado a este tipo de plataformas no estará integrado en el mundo de los demás y corre el riesgo de “dejar de existir” para los otros.
El uso globalizado de estas formas de comunicación está cambiando nuestra experiencia directa con el mundo, pero si invertimos un tiempo abusivo, como consecuencia de la adicción a las redes sociales con el fin de sentirnos reconfortados navegando, en la adicción a las redes sociales corremos riesgos:
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