A lo largo de nuestra vida tenemos momentos en los que nos sentimos tristes, agobiados, estresados, enfadados, angustiados… y otros en los que nos invade una gran alegría, sorpresa, cariño, orgullo… En base a todas estas experiencias tendemos a querer “eliminar” de raíz aquellas emociones que nos resultan más difíciles de poder manejar, es decir, aquellas que nos hacen sentir mal. Pero… ¿Qué ocurre con el resto? Todos sabemos que es imposible evitar un cierto grado de sufrimiento, pero también estaríamos de acuerdo en que una de nuestras metas más preciadas es alcanzar la felicidad, el bienestar más óptimo. Para ello tenemos que poner foco y trabajo en nuestras fortalezas, ¿Te quedas a ver de que se tratan?
La Psicología Positiva considera como su objetivo el estudio científico del funcionamiento humano óptimo y tiene como punto de partida el estudio del bienestar y de la felicidad integral del ser humano. El término Psicología Positiva fue propuesto por Martin Seligman, quien tras dedicar gran parte de su carrera al estudio de la indefensión aprendida y a la psicopatología, dio un giro radical hacia el estudio de lo que él llamó fortalezas y virtudes humanas.
Es el estudio científico de las fortalezas lo que permiten a las personas y las comunidades prosperar. Este campo se basa en la creencia de que la gente quiere tener vidas significativas y satisfactorias, cultivar lo que es mejor dentro de sí mismos y mejorar sus experiencias en el amor, el trabajo y el juego. Parte la idea de que la vida implica algo más que evitar o resolver problemas y que las explicaciones de lo que es una buena vida deben hacer más que centrarse en el reverso de los problemas.
Seligman y Csikszentmihalyi (2000) y Peterson (2006) establecieron que los tres pilares de la Psicología Positiva son:
Emociones tales como la alegría, la esperanza, la ilusión, el agradecimiento, etc., dado que, al igual que las emociones negativas, tienen un valor adaptativo científicamente demostrado y son fundamentales para las personas. También se analizan los distintos estados subjetivos positivos como el bienestar subjetivo, la felicidad, el fluir (a partir de ahora flow) y placer, la alegría y el juego, los intereses y motivaciones intrínsecas, el optimismo y la esperanza.
Son aquellas variables internas o rasgos de personalidad que contribuyen a la felicidad y ayudan a la persona a mejorar. Estas características se pueden aprender y potenciar. Los rasgos positivos están conectados con los otros dos pilares de la Psicología Positiva, estos rasgos activan las emociones positivas que a su vez tienen una gran importancia en el entorno laboral, familiar y comunitario.
Son aquellas que fomentan, apoyan, validan, potencian y valoran las emociones positivas, las virtudes y fortalezas personales. A cargo de este pilar de la Psicología Positiva se ocupa además de la búsqueda de las características que permiten que las comunidades prosperen y mejoren el desarrollo de las fortalezas y virtudes personales. Instituciones positivas son, por ejemplo, la democracia, la familia, la libertad de información, la educación, las redes de seguridad económica y social, etc.
Las fortalezas son rasgos o características psicológicas que se presentan en situaciones distintas a través del tiempo, y sus consecuencias suelen ser positivas. Es decir, características positivas de la personalidad que pueden actuar dirigiendo u organizando nuestro propio comportamiento. Actúan como características fijas que se repiten a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones y se desarrollan o se modifican a partir de las interacciones del individuo con el propio entorno.
La psicología positiva ha sido una de las ramas de la psicología que se ha interesado por encontrar las fortalezas y virtudes de las personas para lograr una mejor calidad de vida. La mayoría de nosotros necesitamos de estas fortalezas para enfrentarse a los acontecimientos de su vida diaria, actuando de amortiguadores contra los trastornos mentales y la potenciación de estos aspectos no contribuye solo al beneficio personal sino también a la mejora de las relaciones sociales.
Peterson y Seligman (2004), propusieron 24 fortalezas de carácter que se pueden agrupar en seis grandes virtudes. Las virtudes son características personales generales, que han sido destacadas por distintas culturas a lo largo de la historia, se localizan en un plano abstracto y filosófico, a diferencia de las fortalezas que son mucho más concretas, susceptibles de ser modificadas y evaluadas.
Las 6 virtudes son: Sabiduría y conocimiento, Coraje, Humanidad y amor, Justicia, Templanza y Trascendencia. Estos seis aspectos positivos, además de ser deseables, han estado y están presentes universalmente, a estas características se les denominó virtudes humanas. Peterson y Seligman (2004) decidieron dividir cada una de estas virtudes de manera más concreta, surgiendo así las fortalezas personales.
Ya sabemos que las fortalezas son las vías o caminos para llegar a alcanzar las seis virtudes humanas. Son aquellas características psicológicas que se presentan en distintas situaciones y a lo largo del tiempo. A estos rasgos se les otorga un valor moral, son los ingredientes psicológicos de las virtudes, aquellos procesos psicológicos y mecanismos mediante los cuales se manifiesta una virtud. Las fortalezas se manifiestan en los pensamientos, las emociones y la conducta de la persona.
Fortalezas cognitivas que se basan en la capacidad del individuo para adquirir y usar el conocimiento.
Fortalezas emocionales que requieren el ejercicio de voluntad individual necesario para lograr metas a pesar de los obstáculos, ya sean éstos externos o internos.
Fortalezas interpersonales que se basan en el hecho de cuidar y de hacerse cercano a los demás.
Fortalezas cívicas que sustentan una vida social saludable entre los individuos.
Fortalezas que protegen al individuo frente a los excesos.
Fortalezas que construyen conexiones con el universo que nos rodea y proporciona sentido a la vida individual.
Ejemplo: una persona cuya fortaleza más destacable sea el Amor por aprender, si practica a menudo esta fortaleza podrá ser más feliz. Pero si esta misma persona tiene carencias en las fortalezas relacionadas con la virtud de humanidad (amor, amabilidad e inteligencia social), puede vivir encerrada en su lugar de trabajo o en su habitación en casa, dedicada a estudiar e investigar, descuidando la relación con su familia. Para esta persona, potenciar sus fortalezas más débiles puede suponer un esfuerzo importante, pero, a la larga, le reportará múltiples consecuencias positivas (y también a su familia).
Y tu… ¿Cuáles son tus fortalezas? ¿Cuáles te gustaría potenciar?
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