Para un buen equilibro psicológico y emocional es esencial que partamos de una buena autoestima y seamos incondicionales con nosotros mismos, es decir, que nos aceptemos con nuestros más y con nuestros menos, autoaceptación. Los seres humanos nos diferenciamos del resto de las especies, de entre otras cosas, por nuestra capacidad para adquirir conciencia de nosotros mismos, establecer nuestra identidad, valorarla y adoptar una postura frente a esa conciencia: me gusto, no me gusto, me gusto en unos aspectos y en otros no.
Es el concepto que tenemos de nuestra valía personal, que involucra a todos nuestros sentimientos, emociones, pensamientos, actitudes y experiencias sobre nosotros mismos que hemos ido recogiendo por el trayecto de nuestra vida. Así como el conjunto de evaluaciones, experiencias e impresiones, se correlacionan para formar un sentimiento positivo de nosotros mismos o, por el contrario, un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos ser (autocrítica). La autoestima, es como nuestra propia imagen, a la luz de nuestros valores y metas, es decir, la apreciación que tenemos de nosotros mismos, en la que intervienen las situaciones pasadas, presentes y en las que actúan factores contextuales y procesos internos.
La autoestima se aprende, cambia y la podemos mejorar, pues todos, niños/as, adolescentes y adultos experimentan fluctuaciones de la autoestima. La persona no nace con un concepto de lo que es la autoestima, sino que se va formando a temprana edad, cuando comenzamos a formar un concepto de cómo nos ven las personas que nos rodean (padres/madres, maestros/as, compañeros/as, amigos/as, etc.) y las experiencias que vamos adquiriendo. En la formación de la autoestima, influyen dos aspectos:
La autoestima está formada por tres componentes relacionados inevitablemente entre sí, de modo que la transformación de uno de ellos produciría una modificación en el resto de elementos. Encontramos un componente cognitivo, afectivo y, por último, un componente conductual:
Componente cognitivo: Hace referencia a las opiniones, ideas, creencias, percepción y procesamiento de la información. Se basa principalmente en el esquema global que cada uno tenemos sobre nuestra propia persona, en el cual se haya nuestra crítica acerca de las diversas posturas o conductas que percatamos de nuestra propia forma de ser, es decir, nuestra personalidad (autoconcepto). Gracias a este componente se facilita la capacidad de autorregularnos y autodirigirnos a nosotros mismos.
Componente afectivo (base de la Autoaceptación): se basa en la elaboración de una autovaloración de nosotros mismos. Dicho juicio de valor estará influido, por un lado, por nuestra propia observación, y, por otro lado, por la aceptación de ideas y opiniones que el resto de la gente tiene sobre los demás. En definitiva, es una evaluación de los aspectos positivos y negativos que creemos tener. Además, este aspecto influirá decisivamente en el comportamiento que presentemos frente a las diferentes situaciones de nuestra vida.
Componente conductual: este consiste en la capacidad y esfuerzo que presentamos en particular para efectuar si solos una serie de actuaciones, presentando un comportamiento adecuado y positivo. En este elemento, cada uno de nosotros se enfrenta a sus propias capacidades, teniendo como consecuencia una serie de sentimientos y opiniones tanto positivas como negativas, es decir, cómo nos enfrentamos con nosotros mismos.
Una autoestima sana parte de la autoaceptación, esta, consiste en aceptarnos de manera incondicional, libres de juicios, tratarnos con cariño, reconocer que somos valiosos y dignos de ser queridos y respetados a pesar de no ser perfectos. Cuando hablamos de autoaceptación nos referimos a la autoevaluación cognitiva que hacemos de nuestras conductas, creencias, de nuestra manera de ser, los sentimientos, nuestras experiencias vividas y las motivaciones que nos marcan y determinan nuestra esencia como personas.
Querernos sin calificarnos en ninguna escala de valores, de modo que le podemos dar mayor importancia a lo que somos y no tanto a lo que hacemos. Solemos pensar que la autoaceptación involucra la aprobación de todas nuestras facetas, ya sean físicas o psicológicas, sin considerar la necesidad de algún cambio en nosotros. Sin embargo, esto no es totalmente cierto. Si tenemos un tipo de patrón que nos hace infelices o que hace peligrar nuestra salud o integridad, es necesario modificarla. La autoaceptación supone, entonces, asumir nuestros pensamientos, sentimientos y conductas de modo realista y tolerante. Esto implica integrar en nuestro autoconcepto los aspectos positivos de nosotros mismos junto con nuestras limitaciones. Esta integración se puede lograr a partir de un constante trabajo de autoconocimiento. Aceptación implica cambiar aquello que se puede cambiar y aceptar aquello que no se puede cambiar, sin juzgar.
Lo primero de todo es que es esencial para tener una buena y alta autoestima. La aceptación de aquellas características negativas que también forman parte de nosotros, implica ser más conscientes de su existencia, sus causas, cómo influyen en nuestra vida. Además, al aceptarlas dejaremos de malgastar energía en negarlas, luchar contra ello o esconderlas, nos sentiremos menos presionados y ansiosos y podremos usar esa energía en realizar verdaderos cambios.
La autoaceptación ayuda a mantener una actitud de respeto y de consideración positiva hacia uno mismo. Tener una visión del yo como potencial, considerando que somos más que nuestros comportamientos y rasgos, que estamos sujetos a cambios, y que podemos aprender a dirigir esos cambios, orientándonos a desarrollar nuestras mejores potencialidades.
Aceptarnos como somos nos ayuda a relacionarnos con los demás de forma eficaz y satisfactoria. A buscar activamente nuestra felicidad y bienestar, siendo capaces de demorar ciertas gratificaciones para conseguir otras mayores a más largo plazo. Con ello podemos atender y cuidar nuestras necesidades físicas y psicológicas: nuestra salud, bienestar y desarrollo personal; igual que una buena madre atiende las necesidades de su hijo.
Recordad, aceptarnos significa ser conscientes de quienes somos. Esto no quiere decir que tenga que gustarnos en todo momento, pero aceptarnos nos pondrá en el camino de poder mejorar, mientras que si nos negamos hará que esas características negativas se queden enquistadas. Aceptarnos mejorará nuestra autoestima, alejará la culpa y la angustia por no hacerlo, y nos ayudará a mejorar todas las facetas que nos hacen infelices.
En nuestras redes sociales, en el podcast La teoría de la mente, en las consultas...…
Los mecanismos de defensa forman parte de nuestra vida cotidiana, aunque no nos percatemos de…
Mientras en occidente se emplea el método socrático para buscar la verdad última de las…
La presente guía fundamental sobre la ansiedad generalizada ofrece información general sobre la naturaleza, síntomas,…
Vivimos en un mundo en constante proceso de urbanización, eso implica grandes cuidades, construcción sin…
View Comments