Una crisis de ansiedad se define como la aparición brusca de un miedo o malestar intenso, aparece además acompañado de alguno de los siguientes síntomas:
• Palpitaciones o elevación de la frecuencia cardiaca (taquicardia).
• Sensación de ahogo, con respiración rápida.
• Opresión en el pecho.
• Miedo o pánico. Literalmente, sentirse a morir.
• Sudoración o escalofríos.
• Temblores.
• Náuseas o molestias abdominales.
• Mareo.
• Sensación de irrealidad.
• Sensación de entumecimiento u hormigueo.
La crisis de ansiedad puede estar relacionada con causas físicas como el hipertiroidismo, el consumo de ciertas sustancias, aunque normalmente es un proceso psicológico el que lo desencadena. (Causas de las crisis de ansiedad enlace).
El tratamiento ha de abordarse desde una perspectiva integradora que incluya los métodos más eficaces que ofertan la psicología y la psiquiatría. Partimos de las bases de la terapia cognitivo-conductual e incluimos los últimos avances realizados por otras corrientes como el Mindfullnes, la Gestalt, la terapia de aceptación y compromiso, la hipnosis y el psicoanálisis. Trabajamos de forma grupal o individual con las personas que padecen este trastorno.
Por paradójico que parezca, los ataques de pánico son resultado del miedo. A veces los sucesos estresantes provocan determinadas reacciones, activandose determinadas respuestas, propias de la ansiedad. Como resultado de dicha activación, aparece esa respuesta del estrés, con sus correspondientes síntomas. Si ocurre que interpretamos esos síntomas de forma errónea, y pensamos que algo terrible nos está ocurriendo, en lugar de codificar lo que nos pasa como una respuesta normal de nuestro cuerpo frente al estrés, podriamos entrar en pánico. La angustia que sentimos ante esa misma situación hace que nuestras sensaciones se incrementen, se hagan más intensas. De nuevo las reinterpretamos y nos centramos en esas sensaciones, desencadenándose entonces pensamientos catastrofistas en los que la persona cree estar en peligro, formándose una espiral, una pescadilla que se muerde la cola. La espiral termina cuando la persona cree realmente que la situación está bajo control, o bien cuando el objeto de pánico desaparece.