Para muchos la ansiedad es un estado muy desagradable en el que se ven implicados mente y cuerpo, así que entenderla y desarrollar pautas que nos permitan tratar la ansiedad puede sernos de gran ayuda. Hoy os traemos cinco pasos para trabajar con la ansiedad  y mantenerla a raya:

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1. Céntrate en lo que está pasando ahora y no en lo que podría pasar.

A menudo solemos adelantarnos imaginando cómo se van a dar los acontecimientos de una escena temida futura en el tiempo. Recreamos situaciones en las que nos irán mal las cosas, catastrofizamos, convirtiendo una situación que nos preocupa en un escenario del peor caso posible, imaginándonos indefensos ante ello y casi siempre con un final fatal similar. Procura descubrirte a ti mismo/a teniendo estos pensamientos y se consciente de que son únicamente producto de tus miedos, ya que ¿cuántas veces has podido tenerlos y cuántas veces han sucedido tal y como imaginabas?

En el principio de una crisis de ansiedad, si eres consciente de que estás teniendo en cuenta únicamente este tipo de pensamientos, intenta dejarlos a un lado y pon atención a lo que está sucediendo en el momento presente que te atañe: lo que piensas no está pasando, lo que puedes escuchar u observar sin juzgar sí.

Podemos atajar estas producciones mentales conscientes que parecen involuntarias tomando distancia, observando cuándo nuestros pensamientos se apartan de escenarios realistas y van a parar a escenarios inusuales o improbables. Presta atención a los patrones que generas para poder rebatirlos con un mayor sentido común y no te juzgues por ello; tenemos derecho a sentir miedo ante la incertidumbre, solo se trata de aprender a manejarlo.

 

2. Aumenta tu consciencia corporal para tratar la ansiedad.

La vivencia de un estado de ansiedad puede resultar muy desagradable, por lo que a menudo posteriormente tendemos a revisarnos en busca de cambios en las sensaciones físicas, creyendo que nos dará pistas del inicio de una posible vivencia similar. En ocasiones estamos tan pendientes de esto a diario que terminamos generando verdadero terror a las sensaciones de cambio, interpretándolas como algo tan peligroso que nos puede conducir a la locura o la muerte.

En estos casos desarrollamos una relación amor-odio con nuestro organismo que es necesario reconducir. Observarnos a nosotros mismos es esencial para conocer nuestro estado, pero es necesario realizar un ejercicio de introspección adecuado:

  • Ten en cuenta que los síntomas como taquicardias, sensación de ahogo, mareos, temblor o sudoración, entre otros, son reacciones corporales comunes y normales que activa tu cuerpo al interpretar tu mente que estás en peligro. Tu cuerpo funciona así, adaptativamente, para preservarte.
  • Centrándote en el aquí y ahora, procura observar tu organismo sin interpretaciones, sin inferir qué puede llegar a significar porque, como te decimos, son reacciones naturales del cuerpo ante la sensación de miedo.
  • Céntrate en tu respiración simplemente observándola, en el estado de los músculos, y en las sensaciones que te reporta exhalar y soltar la tensión. Existen varias formas de ejercitar la respiración abdominal que, con una práctica continuada, nos ayudarán a corregir el patrón que mantenemos de respiración agitada y rápida a una manera más sosegada y profunda.

3. Atención: Para tratar la ansiedad, los intentos de eliminar pensamientos, sensaciones y emociones nos lleva a aumentar su estancia en nosotros y su frecuencia.

Para la mayoría, tratar la ansiedad es como enfrentarse a  un enemigo que hay que derrotar; nos resistimos a sentirla y para ello muchas veces llevamos a cabo gestos o comportamientos que, creemos, acabarán con ella. Pero hemos de saber que cuanto más nos esforcemos por suprimir determinados pensamientos, emociones o síntomas, paradójicamente, más presentes se harán y durante más tiempo.

No te empeñes en que la ansiedad se vaya, en vez de eso reconoce y acepta tu ansiedad. Aceptar plenamente algo supone vivir con ello, sin querer cambiarlo, sin hacer nada para modificarlo. Supone conocerlo y abrirse a experimentarlo sin restricciones.

Para ello nos ayudará tener presente que el estado de ansiedad es temporal: igual que empieza, terminará pasándose. Al igual que nuestro cuerpo activa sistemas para hacer frente a la amenaza, pasado un tiempo estima que ya no son necesarios y siempre reestablecerá el equilibrio enviando señales de calma. Observa sino, ¿cuántas veces que has comenzado a sentir pánico éste no ha cesado?

Para tratar la ansiedad hay que aceptar que la esta pueda estar a veces, es una potente herramienta que reduce nuestro nivel constante y diario de alerta, por lo que disminuirá nuestro nivel de tensión corporal y la cantidad de energía que mentalmente invertimos en evitarla; no nos agotaremos tanto.

4. Cuídate, cultiva buenos hábitos.

Una gestión indirecta de la ansiedad puede hacerse poniendo atención a pequeños hábitos diarios que nos hacen cargarnos de estrés y no nos benefician a medida que pasa el tiempo:

  • Aplazar tareas pendientes no ayuda. La ansiedad es una de las formas que puede tomar el miedo a empezar a hacer algo que puede salir mal y que, como consecuencia, es postergado una vez tras otra. Pero si postergamos elementos del día a día que están relacionados con el trabajo, las obligaciones y la toma de decisiones no hacemos más que recargar nuestra mente con todo eso, y la tensión que sentimos al no cumplir o cerrar nuestras tareas sólo contribuirá a aumentar nuestro nivel de ansiedad.
  • La ansiedad actúa como lastre a la hora de hacer cosas, así que para ponernos manos a la obra hemos de concienciarnos de que siempre iniciar una tarea que nos da pereza realizar es más costo que luego el hecho de llevarla a cabo, sintiéndola mucho más asumible y amena de lo que pensábamos. Empezar una actividad es mucho más eficaz que pensar en iniciar esa misma actividad. Un truco: divide en secuencias cortas las tareas más complejas, será más llevadero y sentirás que el objetivo último es abarcable.
  • Haz sólo lo que puedas hacer. No te comprometas a cumplir cosas que luego no podrás hacer, porque eso te puede perjudicar a la larga más de lo que crees. Además no tienes que hacer todo lo que piensas que la gente espera de ti. Aléjate de esa presión que tú mismo/a te creas y enfócate únicamente en lo que tú quieras y puedas hacer.
  • Practica más a menudo el permitirte parar. No todo deben ser obligaciones o sobrecargaremos “la máquina”. Es importante buscar descanso mental y saber cuándo parar entre toda la actividad vertiginosa del día.
  • Busca un tiempo para ti mismo/a. Debes de poder disfrutar de algún momento durante el día que te dediques. Eso te ayudará a sentirte mejor contigo y por ende a desempeñar una mejor versión de ti.

5. Descúbrete y persigue tus deseos.

Ante la ansiedad podemos llegar a tomar una postura paralizante o evitar hacer cosas que antes realmente nos gustaban por el miedo a que se desencadene otro episodio. En ocasiones las personas terminan sintiéndose muy bloqueadas en su día a día, viendo afectadas sus relaciones sociales y/o familiares, así como su ámbito laboral o tiempo de ocio. Es en estos casos en los que perdemos la práctica de atender a lo que nos gusta, ya que vivimos centrados en lo que nos da miedo.

Es importante que te (re)conozcas bien y sepas qué cosas te hacen sentir mejor y ponerlas en práctica por un momento. Escuchar una canción, cerrar los ojos, recordar un momento feliz, caminar, hacer algo de ejercicio, cuidar de nuestras plantas, tocar algún instrumento… podemos hacer mucho para distraernos y no necesitamos invertir mucho tiempo en ello, simplemente la cantidad para dar una nueva perspectiva a nuestros sentimientos.

Además, practicar la aceptación de la ansiedad como parte de nuestra existencia también implica seguir con nuestros proyectos de vida a pesar de esa experiencia. No renuncies a lo que te gustaría hacer (aunque creas que está fuera de tu zona de confort) por evitar la ansiedad: continúa adelante con tus deseos independientemente de si aparece o no.

Si decides llevar a cabo actividades que disfrutas pese a la ansiedad, la conocerás mejor y te sentirás más capaz de atravesarla, le quitarás el papel protagonista al miedo y te dirigirás a vivir más cerca de como deseas hacerlo.

 

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