¿Qué es la escritura terapeútica y como puede ayudarte?

¿No te ha ocurrido alguna vez que, tras escribir en un papel algo importante en tu vida y lo que te ha hecho sentir, te has sentido algo mejor? ¿O quizá has recurrido a la poesía en esos momentos de malestar? Desde siempre, parece que el ser humano ha sentido la necesidad de utilizar el lenguaje como herramienta para describir el mundo, y expresar con palabras todo aquello que siente o piensa.

La escritura terapéutica (también llamada expresiva o emocional) es una técnica cuyo objetivo es lograr expresar, comprender y regular de forma más eficaz las emociones a través del acto de escribir o expresar con palabras aquello que la persona siente relevante o importante en cada momento, y que en muchas ocasiones le cuesta expresar de otra manera.

Los ruidos de mi cabeza no me dejan dormir, y apenas recuerdo la última vez que desperté, pero es imperturbable el silencio de la soledad con uno mismo […] Preferiría ver la cara a mi miedo: es mil veces peor vivir con el temor a encontrarla. […] Y escribo, escribo, escribo, para que mis ruidos no me cieguen. […] Escribo, escribo, escribo, escribo para enseñarme todo lo que desconozco de mí misma, todo lo que no quiero terminar de conocer” Elvira Sastre, poeta española (extracto de “Sólo conmigo. Sola contra mí”, incluido en “Baluarte”).

Todo el mundo (sí, incluido tú, aunque no lo creas) puede utilizar esta técnica de escritura terapeútica. No existe ningún requisito ni una forma “correcta” de hacerlo. Todo vale. El objetivo de la escritura narrativa como técnica terapéutica no es crear una obra literaria brillante, el próximo bestseller o ganar un premio Nobel de Literatura; todo lo contrario –si no, resultaría muy frustrante para la persona, que incluso podría bloquearse en el intento-, el objetivo es, simplemente, dejarse llevar, desahogarse y dejar por escrito todo aquello que sentimos en ese momento (tanto positivo como negativo), de forma continua, sin filtro o crítica alguna, independientemente del resultado. Lo importante, pues, es escribir para uno/a mismo/a con libertad, sinceridad, naturalidad y espontaneidad, sin analizar la forma de expresarlo por escrito -ni mucho menos corregirlo, independientemente de si existen o no faltas gramaticales u ortográficas-.

La técnica de la escritura terapéutica fue introducida en el campo de la Psicología por Ira Profoff en 1960, quien planteó la utilidad de crear “diarios terapéuticos” que permitieran reflexionar al paciente de forma regular y metódica lo que sentía en su día a día. No obstante, fue otro psicólogo, James Pennebaker, quien comenzó a realizar estudios de investigación al respecto para analizar su eficacia y sus beneficios. En este sentido, escribir aquello que pasa por nuestra mente o lo que sentimos reporta numerosos beneficios a nivel personal:

  • La escritura terapútica favorece la introspección y la reflexión personal. Aumenta el autoconocimiento, la autoestima y el desarrollo y crecimiento personal.
  • Desarrolla la inteligencia emocional. Facilita tanto la expresión como la identificación, comprensión y regulación de las propias emociones, los cuatro grandes pilares básicos de la inteligencia emocional.
  • La escritura terapeútica ayuda a tomar perspectiva de lo ocurrido y afrontar y solucionar problemas. Plasmar nuestras ideas o nuestros sentimientos en papel nos permite tomar distancia y ver los problemas “desde fuera”, reordenándolos, clarificándolos y reinterpretándolos de forma más objetiva y abordable. De igual forma, también ayuda a aceptar determinadas emociones o situaciones y autorresponsabilizarse de ellas.
  • Potencia la creatividad y la imaginación. Facilita la toma de conciencia del momento presente.
  • Previene o disminuye problemas psicológicos como ansiedad o depresión, reduciendo la intensidad de los síntomas y mejorando el estado de ánimo.

Ángel González, poeta español, escribió en Biografía: “Escribir sobre uno mismo es una forma de explicarme, de poner en orden mi mundo, de reconocerme […]. Podría decirse que esos textos son el resultado de insólitas sesiones terapéuticas, en las que soy el paciente y el médico en una sola pieza. Y ciertamente, en ocasiones, ha resultado ser un eficaz alivio para alguno de mis males”.

..Y tú, ¿te animas a expresar por escrito las emociones y pensamientos que te ha generado conocer la escritura terapéutica?

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